“El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con Él mora la luz.”
(Daniel 2:21-22)
Dios puede transformar la vida de aquel que está en tinieblas, pues con Él mora la luz. Su luz está a disposición de todo aquel que Lo busque. Quien está en tinieblas, sin conseguir ver ninguna perspectiva para su vida, tiene en Él la chance de encontrar la luz para su camino.
Él da sabiduría a los sabios y entendimiento a los inteligentes. Sabio es aquel que reconoce que tiene necesidad de Dios. Sabio es aquel que tiene un profundo respeto por Dios y reconoce su necesidad de tenerlo.
Inteligente es el que cree. Inteligente es el que sabe que no sabe nada. A quien teme a Dios y cree en Sus promesas, Él le da sabiduría y entendimiento. El entendimiento de Su Palabra, para saber conducirse en la disciplina del Altísimo y vivir la vida que Él les promete a Sus hijos. La vida de aquel que está en la luz.
Donde está la luz, no hay lugar para la oscuridad. En la mente iluminada no hay espacio para la oscuridad de las dudas, no hay espacio para la vacilación, el miedo o la desesperación. Aquel que se mantiene firme en el abrigo del Altísimo se transforma en la propia luz. La luz de este mundo de tinieblas. La luz traída del Padre de las luces.
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo Alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:17)
Conviértase en la propia luz, haciendo una alianza con el Padre de las luces.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo