Goldi: “Llegué a la iglesia con mi vida destruida, habíamos perdido casa, trabajo, todo. Vivíamos en Perú y vendimos todo lo que teníamos para traer el dinero a Argentina, para invertir, pero hicimos una mala inversión y perdimos todo. Mi economía estaba muy mal, pasamos de vivir en un departamento a una piecita de cuatro metros cuadrados con mi esposo y mis tres hijas. Solo entraba una cucheta y una camita. Yo me sentía triste, estaba abatida y no sabía qué hacer. Mi esposo buscaba trabajo, y lo único que encontró fue un trabajo con un salario mínimo que no nos alcanzaba para nada.
Recuerdo que con mis hijas sufríamos, además yo estaba enferma, tenía quistes en el pecho, en el ovario, cálculos en los riñones, durante siete años tuve artritis, por eso no podía trabajar. Ya había perdido las ganas de todo, estaba depresiva, quería morir.
Me desmayaba, me daban fuertes dolores de cabeza, tenía insomnio, además, no teníamos para comer, estábamos en la miseria. Encima a mi hija le diagnosticaron cáncer, tenían que vaciarla. Y mis dos hijas menores tenían asma.
Intentábamos salir adelante pero no podíamos. Un día nos invitaron a la Universal, cuando llegué a la iglesia, escuché que había una oportunidad para salir de esa situación y decidí sacrificar en la Hoguera Santa aunque no tenía trabajo. Ese mismo día dormí, comencé a sentirme bien, Dios me respondió dándome la sanidad y además encontré trabajo. Mis hijas fueron sanadas y mi matrimonio fue restaurado. Al tiempo conquisté dos supermercados, una casa, una camioneta 0 km, un coche y varios terrenos. Además, en una Hoguera Santa del monte Sinaí sacrifiqué por mi hermano que estaba enfermo de sida. Yo fui a verlo y él no tenía cabellos ni uñas, su piel estaba pegada a sus huesos. Estaba muerto para todo el mundo, pero yo había sacrificado por él y Dios lo restauró. La medicina comprobó su sanidad, fue un milagro”.
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