La semana pasada en “Moisés y Los Diez Mandamientos”, se exhibió la escena de la muerte de Nadab (Marco Antonio Gimenez) y Abiú (Daniel Siwek), hijos de Aarón (Petrônio Gontijo), que fueron consagrados por Dios para ser sacerdotes en Israel, juntamente con sus otros dos hermanos: Eleazar (Bernardo Velazco) e Itamar (Henrique Gottardo). A la familia de Aarón le fue concedido el gran privilegio de ser separados para los servicios sagrados.
Sin embargo, Nadab y Abiú no respetaron las reglas establecidas por Dios. Fueron negligentes y no le dieron la debida importancia y reverencia al ritual sagrado, por eso, despertaron la ira del Creador.
Algunos de los errores cometidos por Nadabe y Abiú:
*No podían tocar el incienso. Esta función debía ser realizada por su padre, Aarón, conforme a lo que está escrito en Éxodo 30:7.
*Además, el día destinado para ese ritual era el día de la Expiación. (Levítico 16)
*Usaron fuego de otro lugar y no del Altar como Dios lo había ordenado (Levítico 16:12).
Ellos actuaron con total falta de temor a lo sagrado y profanaron el tabernáculo de Dios. Fueron arrogantes, presuntuosos, irrespetuosos y desobedientes. Por eso, tuvieron como castigo la muerte.
Tres grandes lecciones que podemos sacar de esos errores:
– Si lo que hacemos para Dios no se basa en la obediencia y en el temor, no tiene ningún valor delante de Él. En lugar de eso, es visto por Él, como abominación y afrenta.
– Si hay mala intención, de nada sirve la unción. Es decir, aunque habían recibido de Dios la unción para ministrar delante de Él, por causa de la mala intención de sus corazones, esa unción se volvió nula. Además, fue más grave la transgresión cometida por ellos.
– La falta de temor y reverencia a las cosas de Dios nos pueden llevar a la muerte física y espiritual.
En la Biblia, tenemos varios ejemplos:
Los hijos del profeta Elí, Ofni y Finees también murieron (1 Samuel 4:11) por profanar el Templo, porque tomaban para ellos parte del sacrificio del pueblo y también llevaban a la puerta de la tienda de la congregación a mujeres para prostituirse. (1 Samuel 2:12-17 y 22-25).
Saúl perdió la unción y el reino de Israel también por causa de la desobediencia. Por no haber cumplido con la orden del profeta Samuel: “Baja luego a Guilgal antes que yo. Allí me reuniré contigo para ofrecer holocaustos y sacrificios de comunión, y cuando llegue, te diré lo que tienes que hacer. Pero tú debes esperarme siete días.” (1 Samuel 10:8).
Saúl no esperó la llegada del profeta Samuel, y por iniciativa propia, le ofreció al Señor el holocausto y por causa de eso, fue rechazado por Dios. Aunque las razones fueron justas, el sacrificio no fue aceptado por Dios, porque fue ofrecido en base a una rebeldía.
Como si no fuera suficiente, más tarde, él nuevamente desobedeció cuando salvó la vida del rey de Amalec, Agag, y de los mejores animales, con el pretexto de que sería para ofrecerlos en holocaustos a Dios. Sin embargo, la orden que él había recibido era de destruir totalmente aquella ciudad y todo lo que había en ella.
“Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra del Señor, Él también te ha desechado para que no seas rey.” (1 Samuel 15:22,23)
A partir de ese momento la presencia de Dios fue retirada complemente de Saúl, lo que significó su muerte espiritual y, más tarde, la física.
Otro ejemplo de falta de temor es el de Ananías y Safira (Hechos 5), que no fueron fieles al voto que hicieron con Dios, e incluso, usaron la falsedad al intentar engañar a Dios presentando algo diferente de lo que habían prometido. Ellos también murieron.
Así, se encuentran muchos dentro de la iglesia del Señor Jesús: muertos espiritualmente. No tienen más el brillo del Espíritu Santo, están fríos espiritualmente, simplemente porque no llevaron las cosas de Dios en serio. Están relajados, son desobedientes y le prestan poca atención a la Obra de Dios, a Dios y a su propia Salvación.
Sobre esto está escrito:
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia…” (1 Timoteo 4:1.2).
Sigamos la recomendación que el Apóstol Paulo escribió en el libro de Hebreos:
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” (Hebreos 12:28-29)
Para saber más sobre la importancia del temor y de la obediencia a Dios, participe, los domingos a las 7, 9:30 y 18h en la Universal de Almagro, Av. Corrientes 4070 o vea aquí las direcciones de la iglesia más cercana a usted.
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