Cuando tenía 11 años, Brunna Braga Paes dos Santos se enteró de que tenía cáncer. La noticia estremeció a todos, especialmente a su madre, pues en la familia había antecedentes de muertes por la misma enfermedad.
“Todo comenzó con una masa anormal que crecía en mi garganta. Pasé por varios médicos. Unos decían que era paperas, otros, la garganta inflamada. Tomé diversos medicamentos y me aplicaron fuertes inyecciones, pero nada ocurría, hasta que fui derivada al Hospital General de Bonsucesso, en Río de Janeiro. Después de que me hicieran una biopsia, mi familia y yo nos enteramos del diagnóstico del cáncer maligno, que, según los médicos, no era común en los niños”, recuerda Brunna.
Ella cuenta que, juntamente con la familia, ya conocía a Dios, frecuentaban la Universal y tenían conocimiento del poder sobrenatural de la fe. Pero, aun así, tuvieron que convivir con las palabras negativas que la enfermedad diagnosticada traía a la vida de una preadolescente, llena de vida y de alegría.
El tratamiento
Brunna, entonces, comenzó una larga jornada de internaciones y tratamientos de quimioterapia, los que le causaron mucha angustia y varios momentos tristes por el camino.
“Cuando, de hecho, comencé el tratamiento, me di cuenta de que podía morir. A pesar de que mi familia no aceptaba la situación y estuviera muy temerosa, Dios contaba conmigo para llevarles una palabra de fe y esperanza. Cuando me iban a visitar al hospital, parecía que alguien había muerto. Todos llegaban cabizbajos, pero nunca me quedaba en mi cuarto, estaba siempre saltando por el hospital, alegre, corriendo de un lado para otro. Gracias a Dios tenía certeza de que Él estaba conmigo y de que me haría salir de aquella situación.”
Brunna enfrentó muchos desafíos y dolores. A pesar de ser una niña, tuvo que ser muy fuerte para no debilitarse.
“En el período de la quimioterapia tuve mucositis (una especie de afta en la boca y en la garganta), lo que me impedía hablar o incluso alimentarme; sin mencionar las arcadas, que eran constantes. Fue un período muy difícil. Muchos de los niños que se estaban tratando conmigo murieron a mi lado. Pero, a pesar de que el mal intentara minar nuestra fe, mi madre y yo (foto) íbamos a contramano de la situación: orábamos más y más, a fin de combatir todas las dudas que surgían día tras día”, cuenta ella.
La caída del cabello
Entre una internación y otra, el momento más temido, según Brunna, fue cuando su lindo cabello largo y crespo comenzó a caerse a mechones, causándole una gran desesperación.
“Ese fue el peor momento, pues ella era una preadolescente y, como a esa edad la niña estima mucho la apariencia y el cabello, fue horrible para mí, desesperante. Eso realmente me puso muy triste, porque nunca me había cortado el cabello, y se me fue cayendo mucho, tanto que la enfermera me pidió que me lo cortara para que no sintiera tanto la pérdida. Pero fue un sufrimiento muy grande.”
Después de todo el tratamiento, los médicos dijeron que Brunna debería mantenerse por un período de 5 años haciéndose monitoreo y exámenes, pues el cáncer podría volver, pero ella y la madre continuaron en la fe, haciendo las campañas, los propósitos de la iglesia, sin dudar nunca.
La cura
Un día, sin esperar, mucho antes del plazo determinado, el médico que la siguió directamente pidió que la llamen, junto a la madre, pues necesitaba compartir una noticia con la familia.
“Al llegar fuimos sorprendidas con la noticia de que me daban el alta médica. Recuerdo que nos dijo que perdía a una gran paciente, que me extrañaría e incluso me recordaría con alegría, pero que, milagrosamente, yo no tenía vestigio alguno de la enfermedad, que, si tuviera algún otro problema, no era ese, y que él creía que, debido a la fe que habíamos demostrado todo aquel tiempo, eso no sucedería más.”
Y así ocurrió. Brunna tiene hoy 22 años, trabaja como educadora y dice que no se cansa de contarle al mundo lo que Dios hizo en su vida, tanto que hace 5 años que es obrera voluntaria en la Universal de Santa Cruz, en Río de Janeiro, donde conoció a su esposo, Patric Anderson (foto), de 21 años, con quien está casada hace casi 1 año y medio.
Si usted está pasando por una situación parecida a la de Brunna o conoce a alguien en esa condición, comparta esta historia.
Participe también en una reunión en la Universal y sepa lo que motivó a Brunna a no debilitarse en la fe – inclusive existen cultos dedicados especialmente a la cura y liberación a las 8, 10, 16 y 20h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro o busque la dirección más cerca a su casa e infórmese.
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