Creer en Dios, frecuentar una institución religiosa o ser humanitario son acciones que no cambian la vida de nadie. Algunas personas pasan sus días pasivamente y no ven los resultados. Al contrario, viven en el sufrimiento, desilusionadas, amargadas, enfermas y quejándose de todo. Lo que ellas deben hacer es tomar una actitud y poner la fe en práctica.
¿Qué haría usted si tuviera dos tipos de cánceres terminales? ¿Dejaría de luchar o pondría la fe en práctica?
La comerciante Aureni Archanja (en la foto al lado), de 58 años, tuvo cáncer en dos partes del cuerpo, pero no fue indiferente delante de la enfermedad. Ella usó su fe. “Sentí un nódulo en la mama y busqué a un médico. El doctor confirmó que era un nódulo y me mandó a hacerme los exámenes para descubrir si era algo benigno o maligno. Fue constatado que era un cáncer y mi vida se derrumbó. Nunca pensé que pasaría por eso”, cuenta.
Al principio, la comerciante se sintió abatida, pero no duró mucho tiempo en ese estado. Ella recordó lo que había aprendido en la Universal e hizo todo lo que el médico le pidió. Al diagnosticar que el problema de Aureni era grave, el médico indicó extirpación de la mama izquierda. “No acepté escuchar eso. Le dije a Dios que él me había creado perfecta y que no aceptaba perder parte de mi cuerpo.”
Al hacer la cadena de cura y liberación, ella hizo los propósitos y puso en práctica todo lo que aprendió. Después de varias consultas y exámenes, el médico le informó que no sería necesario retirar la mama. Ella se sometió a una cirugía para solamente retirar el tumor, porque ya no había gravedad en su cuadro clínico.
Aureni se recuperó y obtuvo el alta. Después de algunos años, la comerciante comenzó a tener dolores en la columna. Ella buscó a un médico, realizó varios exámenes y comprobó que tenía cáncer en la columna y en la cadera. El cáncer ya se había diseminado (en estado de metástasis). “Los médicos me desahuciaron, dijeron que no tenía cura y que tendría que hacer un tratamiento por el resto de mi vida. Ya no podía levantar peso ni hacer ninguna actividad en casa, porque cualquier movimiento podría causarme fracturas”, relata.
El cuadro clínico era grave. Los médicos le dieron muletas para que ella caminara y un chaleco para sostener la columna. Aureni comenzó a tomar fuertes medicamentos y a someterse a sesiones de radioterapia.
“No era fácil soportar eso nuevamente y con más intensidad. Como si no bastara la debilidad física, las personas aún cuestionaban el Dios en quién yo creía, por el hecho de encontrarme nuevamente en esa situación. Pero yo no me dejé abatir, seguí firme en la fe, en los propósitos y obedeciendo todo lo que había aprendido, porque tenía la certeza de que todo terminaría bien”, recuerda.
La comerciante determinó que no se quedaría de esa manera. Después de tres meses, los médicos suspendieron el uso de las muletas y del chaleco, siendo que se esperaba que lo hiciera después de un año. Ella superó las expectativas.
Cada día que pasaba ella se indignaba aún más contra esta situación. Aureni comenzó a recuperar la fuerza que, muchas veces, le faltaba incluso para ir a la iglesia, donde llegaba arrastrándose.
Hoy, Aureni está curada, no presenta ningún síntoma ni quedó con ninguna secuela. Ella trabaja, realiza sus tareas en casa y tiene disposición para cualquier actividad. A través de la fe, ella superó el sufrimiento y fue curada.
Muchas personas hacen y reciben oraciones para tratar enfermedades incurables en las reuniones de cura y liberación de la Universal. Las cadenas se llevan a cabo todos los martes a las 8, 10, 16 y 20h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro, o vea la dirección de la Universal más cercana a usted aquí.
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