Ofrecida por Dios, pocos la aprovechan y muchos la desprecian. A pesar de no tener fin, el tiempo para disfrutarla sí tiene fin. ¿Qué has hecho con respecto a esto?
Denominamos misericordia a la concesión de perdón o de cualquier otro beneficio a alguien que no lo merece. Mientras leés esto, es posible que te acuerdes de las veces que usaste la misericordia en favor de alguien. A diferencia de nosotros, que la ponemos en práctica esporádicamente, ¿ya pensaste que todos los días recibimos la misericordia de Dios? Ser misericordioso es una de las características del Creador. Su misericordia existe a causa de la existencia del pecado, por eso la necesitamos siempre, porque todos pecamos. Podemos leer esto en Lamentaciones 3:22-23: «Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan Sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es Tu fidelidad!».
Podemos contar las innumerables veces que la palabra misericordia aparece en la Biblia, pero, si entendemos su profundidad, nos damos cuenta de que todo lo que está descrito en la Palabra de Dios revela Su misericordia, aun cuando esa palabra no está explícita.
Si el Altísimo tratara al pecador como lo merece, todos seríamos exterminados. En este sentido, concedernos un día más de vida y darnos el libre albedrío son oportunidades dadas por Él como señales de Su misericordia. Lo que Él desea es que el ser humano elija obedecerlo.
La misericordia de Dios es Su amor incondicional por cada ser humano y una oportunidad para que cada individuo se reconcilie con Él. El mayor símbolo de la misericordia Divina, a su vez, es la cruz, porque en esta Dios probó Su amor de tal manera «… que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga Vida Eterna», Juan 3:16. Cuando el Altísimo dio al Señor Jesús por nosotros en la cruz, le extendió Su mano a la humanidad y le dio la oportunidad de alcanzar la Salvación.
Despreciando la misericordia
Sin embargo, a pesar de que la misericordia de Dios está destinada a todos, muchos la desprecian. Esto sucede cuando la persona no le hace caso a lo que el Señor Jesús hizo en la cruz, prefiriendo vivir en la desobediencia a la Palabra de Dios y seguir los caminos del propio corazón.
Este hecho sucede porque, en lugar de reconocer que está viviendo lejos de la voluntad del Creador, la mayoría de las personas cree que aún hay tiempo para acercarse a Él y que debe aprovechar la vida al máximo. Hay quienes incluso creen que en el fin de los tiempos Dios salvará a todos, pero eso es una locura, porque nadie sabe el día que la muerte llegará, el «mañana» puede ser muy tarde.
A pesar de la misericordia de Dios no tener fin, el tiempo para aprovecharla se está terminando, como está descripto en Isaías 61:2, sobre el «año aceptable del Señor» y el día de la venganza de nuestro Dios.
El «año aceptable» es una analogía a lo que en el pasado, en la época de Moisés, se denominó «el año del jubileo». Este sucedía cada 50 años y, durante ese periodo, el pueblo judío realizaba celebraciones como agradecimiento por el cuidado que Dios tenía con Su pueblo. Como demostración de gratitud, las personas concedían el perdón de deudas, liberaban esclavos y devolvían propiedades. Por este motivo, las personas ansiaban la llegada de ese año.
El sacrificio del Señor Jesús volvió todos los días como una especie de «año del jubileo», es decir, «el año aceptable», ya que Él nos da la oportunidad de la Salvación, de la cura y de la liberación en todos los aspectos de la vida humana.
No obstante, este «año aceptable del Señor» llega al fin y le da lugar al día de la venganza, cuando no habrá más oportunidades de arrepentimiento para el ser humano. Este puede llegar en cualquier momento, porque no sabemos el día de nuestra muerte. Si una persona muere sin arrepentimiento, el día de la venganza habrá llegado para ella, y las oportunidades solo pueden aprovecharse en vida. La Biblia también revela que en el día de la venganza habrá un juicio de todos los que viven en la tierra, los que se arrepintieron serán absueltos y recompensados, pero los que no se arrepintieron serán condenados. Así como leemos en 2 Tesalonicenses 1:8-9:
«… dando retribución a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder…».
Mientras Jesús no vuelve a buscar a Su iglesia o mientras la persona no muere, tiene la oportunidad de alcanzar la Salvación. Los que rechazaron la misericordia de Dios, serán juzgados por sus obras. La persona que quiere la Salvación debe abrazarla en este momento en el que tiene la oportunidad de ser salva, para no poner en riesgo su eternidad.
A fin de cuentas, Dios no tiene ningún placer en la muerte de una persona que no supo aprovechar Su misericordia, porque Su deseo es que todos se conviertan de los malos caminos y vivan eternamente en el Reino de los Cielos.
Sin perder la oportunidad
La Biblia dejó registrada la historia tanto de personas que despreciaron la misericordia de Dios como de las que la aprovecharon. Zaqueo fue un hombre que, contrariando todas las expectativas a su respecto, le dio una vuelta a su vida cuando decidió hacer eso (leé más en Lucas 19:1-10).
A pesar de ser judío, Zaqueo era mal visto y despreciado por su propio pueblo, porque era el jefe de los publicanos, personas encargadas por los romanos de recaudar los impuestos. A causa de su cargo, se volvió muy rico, probablemente porque los cobros que ejecutaba no eran justos.
Sin embargo, un día, escuchó hablar del Señor Jesús y quiso conocerlo. La Biblia cuenta que la multitud que seguía al Mesías era muy grande, por eso, como era bajito, corrió hasta el camino por donde Jesús pasaría y se subió a un árbol. Él esperaba ver y escuchar al hombre de quien decían que operaba milagros y anunciaba el Reino de Dios; lo que no esperaba era que Jesús lo vería en aquel árbol, le pediría que bajara y le diría que cenaría con él esa misma noche. Actitud que fue vista con malos ojos por la multitud, a fin de cuentas, ¿cómo comería Jesús en la casa de un hombre injusto?
A su vez, Zaqueo fue hasta su casa y preparó un banquete. Durante la cena, delante de la presencia y de las palabras del Señor Jesús, sorprendió a todos al levantarse, como prueba de arrepentimiento por las injusticias que cometió, y tomar una decisión diciendo: «… Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a alguno, se lo restituiré cuadruplicado».
Delante de esta actitud, Jesús declaró: «… Hoy ha venido la Salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Abraham; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido».
Tu oportunidad es ahora
Puede ser que la dificultad que estás enfrentando en tu vida, a pesar de ser consecuencia de tus decisiones, también sea una muestra del amor y de la misericordia de Dios, porque quiere que te vuelvas a Él. Esa es una oportunidad más para que te rindas y Le entregues tu vida al único digno de recibirla. Entonces, no dejes para mañana lo que podés hacer hoy, a fin de cuentas, ¿qué garantía tenés de que mañana no será demasiado tarde?