Cuando Dios nos da la fe inteligente que viene por el oír y oír Su Palabra, esta fe viene acompañada de valor, coraje y disposición para obedecer lo que nos está siendo revelado, pedido y aclarado por el Espíritu de Dios en nuestro espíritu, es decir, en nuestra mente. No hay dudas, ni sombra de dudas, al contrario, hay una certeza absoluta, como dice el Texto Sagrado en Hebreos, capítulo 11, versículo 1:
«Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.» Hebreos 11:1
La fe es una certeza, no una emoción o un sentimiento. Cuando tenemos certeza de algo, hacemos lo que tenemos que hacer, con o sin voluntad, porque tenemos una fe revelada.
- ¿Qué es la fe revelada? Es la fe que proviene de la Palabra de Dios, del Espíritu de Dios.
No es una fe religiosa, tradicional, sectaria, política, socialista, denominacional. Todo involucra fe, las personas hacen, anuncian, divulgan y anhelan las cosas por una certeza, pero no una revelada. Por ejemplo, cuando actuamos por una fe religiosa o emocional, hasta iniciamos algo, pero no lo concluimos, porque surgen obstáculos, contratiempos, los enemigos se levantan. Usted puede comprobar en la Biblia que siempre que Dios le dio una palabra a uno de Sus siervos el mal se levantó, usó a otros por medio de la duda, de la envidia, de la injusticia, de la discriminación o del mal, del propio satanás, para intentar impedir que la Promesa de Dios, el Plan de Dios se cumpliera en la vida de esa persona, porque el mal sabe que cuando actuamos por la fe en la Palabra de Dios, Él es Glorificado. Si Dios es Glorificado, satanás, sus demonios y sus hijos son avergonzados, humillados y derrotados.
¿Cuándo sucede lo contrario? Cuando leemos y oímos la Palabra, pero no la practicamos ni la obedecemos, no asumimos esta fe fervorosa. Entonces, somos derrotados y avergonzados, Dios no. El Altísimo nunca será avergonzado ni derrotado, porque Su Palabra es Infalible, Eterna, y no vuelve vacía. Si no se cumple en nuestra vida es porque no La hemos asumido y no hemos hecho lo que debíamos hacer, no tomamos una decisión, no tuvimos una actitud de coraje y nos dejamos vencer por los sentimientos, por la opinión pública, por los familiares, por la malicia o por el espíritu de la religiosidad, que siempre muestra nuestro lado negativo, nuestras limitaciones, y nos hace ver el lado negativo de las personas y de las circunstancias.
Ahora bien, es importante que entienda que cuando la fe nos es revelada (la fe que es certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve) no necesitamos ver ni sentir, sino actuar, porque la fe sin obras es muerta. Es decir, cuando recibimos esta fe revelada, actuamos inmediatamente, con o sin voluntad.
Por ejemplo, la fe nos es revelada para buscar al Espíritu Santo, entonces, con o sin voluntad, Lo buscaremos, oraremos, sacaremos todo lo que hay en nuestro interior que no Le agrada. Así como los que participaron en este Ayuno de Daniel, ¡Nunca más a Oscuras!, que hicieron cosas que los contrariaban y lo hicieron por una fe revelada, alineada a la Palabra de Dios, que les decía qué hacer o dejar de hacer.
Cuando la fe le es revelada, le da fuerza, coraje y disposición para hacer lo que debe hacer, aunque se sienta contrariado, porque elige hacer la Voluntad de Dios, porque quiere agradarlo, aunque esto implique desagradar a los demás y «ganar» enemigos. No estoy hablando de religión, de denominación ni de iglesia, sino de fe revelada, de obediencia a la Palabra del Dios Vivo.
Vea otro ejemplo, muchas personas afirman: «Yo perdoné sin voluntad; mi corazón decía “no perdones”, pero decidí perdonar». Yo soy uno de esos, yo perdoné a mi tía sin voluntad, no quería perdonarla, pero supe que Dios solo perdona a quien perdona y no necesité que nadie me lo explicara. Cuando el pastor leyó en la Biblia que el propio Señor Jesús dijo que, cuando perdonamos a los que nos ofenden, nuestro Padre Celestial nos Perdona, sin voluntad la perdoné, no esperé hasta sentir voluntad de perdonarla, y me llené de paz, fuerza y certeza de que Dios estaba contento conmigo. ¿Por qué? Porque había obedecido la Palabra con o sin voluntad, y, como ya lo mencioné, está Escrito que:
«… la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Hebreos 11:1
Yo no vi a mi tía, pero la perdoné y le hablé como si estuviera delante de mí. En el mismo momento, sin voluntad, obedecí y me llené de paz, porque Jesús me Perdonó, me llené de fuerza y me liberé de la plaga llamada rencor.
El rencor es como el ancla de un navío; imagine que usted es un navío grande y fuerte, y el rencor es un ancla que impide que ese navío grande y fuerte navegue libremente. Así hay muchos dentro de las iglesias, con un ancla pesada echada entre las rocas de los traumas, las decepciones y las frustraciones.
Una señora, que venía a la iglesia a buscar a Dios, pero también a buscar amistades, se decepcionó, porque se involucró con una persona que se aprovechó de ella. En la iglesia no se buscan amistades, sino a Dios, no se buscan amigos, sino hermanos, que no le dicen lo que usted quiere oír, sino lo que necesita oír, y no le pasan la mano en la cabeza. El pastor que lo haga, tarde o temprano, saldrá, porque con la Obra de Dios no se juega, no se juega con las almas que son eternas, y es nuestra responsabilidad decir la verdad. No busque amistades ni negocios en la Iglesia, busque hermanos de carácter intachable. Tristemente muchos ex buscaron agradar a muchos y se olvidaron de agradar a Dios, hicieron amigos y negocios en la Iglesia, pero hoy andan por ahí alabando a satanás con un mal carácter y un pésimo testimonio. Aprovecho para decirle algo, si usted «buscó» a Dios en la Iglesia Universal, no quiso practicar lo que está Escrito y se fue, no diga que perteneció a la Iglesia Universal, porque, si no practicó lo que le fue enseñado de manera Bíblica e inteligente, en realidad visitó la Iglesia Universal, por eso se equivocó dos veces. Una cosa es equivocarse por ignorancia, pero, si conoce la Verdad e insiste en equivocarse por desobediencia, por soberbia, por ingratitud o por querer imponerle su voluntad a Dios, eso es incredulidad, y Dios no Se sujeta a la voluntad de nadie, porque ÉL ES EL SEÑOR.
Entonces, la fe revelada lo hace fuerte y valiente para actuar, para hacer con o sin voluntad lo que fue Hablado, lo que fue Pedido, lo que debe ser hecho, como perdonar, así como cuando yo perdoné a mi tía y comencé mi proceso de liberación, porque ya no me sentía mal a causa de los espíritus que se alimentaban de mi rencor.
Los espíritus malignos, engañadores y de religiosidad no se alimentan solo de brujería, envidia, hechicería y maldición hereditaria, sino también de otras cosas, como rencor, malicia, envidia, chismes, orgullo, mentiras y demás.
Obispo Júlio Freitas