Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Éxodo 19
1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí.
2 Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.
3 Y Moisés subió a Dios; y el Señor lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:
4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que el Señor le había mandado.
8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que el Señor ha dicho, haremos. Y Moisés refirió al Señor las palabras del pueblo.
9 Entonces el Señor dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre.
Y Moisés refirió las palabras del pueblo al Señor.
10 Y el Señor dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos,
11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día el Señor descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí.
12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá.
13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte.
14 Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos.
15 Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer.
16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.
17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte.
18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.
19 El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante.
20 Y descendió el Señor sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó el Señor a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.
21 Y el Señor dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver al Señor, porque caerá multitud de ellos.
22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan al Señor, para que el Señor no haga en ellos estrago.
23 Moisés dijo al Señor: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo.
24 Y el Señor le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir al Señor, no sea que haga en ellos estrago.
25 Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.
Lucas 23
1 Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato.
2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey.
3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices.
4 Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre.
5 Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
6 Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo.
7 Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén.
8 Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal.
9 Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió.
10 Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia.
11 Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato.
12 Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí.
13 Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo,
14 les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis.
15 Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre.
16 Le soltaré, pues, después de castigarle.
17 Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
18 Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: !!Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!
19 Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio.
20 Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús;
21 pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: !!Crucifícale, crucifícale!
22 Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré.
23 Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron.
24 Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían;
25 y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.
28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.
30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.
31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
32 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.
33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
35 Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.
36 Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre,
37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
47 Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
48 Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo.
51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos,
52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
53 Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.
54 Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.
55 Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.
56 Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ung:uentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.
Job 38
1 Entonces respondió el Señor a Job desde un torbellino, y dijo:
2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno,
9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad,
10 Y establecí sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo,
11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas?
12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
13 Para que ocupe los fines de la tierra, y para que sean sacudidos de ella los impíos?
14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello, y viene a estar como con vestidura;
15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos, y el brazo enaltecido es quebrantado.
16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo?
17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, y has visto las puertas de la sombra de muerte?
18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde está el lugar de las tinieblas,
20 Para que las lleves a sus límites, y entiendas las sendas de su casa?
21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido, y es grande el número de tus días.
22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, o has visto los tesoros del granizo,
23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia, para el día de la guerra y de la batalla?
24 ¿Por qué camino se reparte la luz, y se esparce el viento solano sobre la tierra?
25 ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos,
26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre,
27 Para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba?
28 ¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
29 ¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
30 Las aguas se endurecen a manera de piedra, y se congela la faz del abismo.
31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o desatarás las ligaduras de Orión?
32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?
33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, para que te cubra muchedumbre de aguas?
35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia?
37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,
38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza, y los terrones se han pegado unos con otros?
39 ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Saciarás el hambre de los leoncillos,
40 Cuando están echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar?
41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes por falta de comida?
Acompañe la lectura del 67° día ingresando aquí.
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