Según información publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que cada año cerca de 1 millón de personas se quitan la vida en todo el mundo. El organismo de las Naciones Unidas apuntó a la pobreza como un factor principal.
“Si bien el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales (en particular los trastornos relacionados con la depresión y el consumo de alcohol) está bien documentado en los países de altos ingresos, muchos suicidios se producen impulsivamente en momentos de crisis que menoscaban la capacidad para afrontar las tensiones de la vida, tales como los problemas financieros”, señaló la OMS.
Según los datos disponibles, tres de cada cuatro suicidios se producen en países de ingresos bajos. El organismo elaboró una lista que demuestra que los grupos sociales con tasas más elevadas de suicidio son las minorías por ser más vulnerables.
“Se estima que alrededor de un 30 por ciento de todos los suicidios se cometen por autointoxicación con plaguicidas, y la mayoría de ellos tiene lugar en zonas rurales agrícolas de países de ingresos bajos y medianos. Otros métodos comunes de suicidio son el ahorcamiento y las armas de fuego”.
Según el organismo, solo unos pocos países en el mundo han logrado insertar políticas para la prevención del suicidio entre sus prioridades sanitarias. El resto afronta la realidad social de la manera que puede y en muchos casos ni siquiera logran conocer la tasa real de suicidios anuales en su territorio.
El obispo Macedo en su blog, explica la razón por la que una persona llega a la conclusión de que el suicidio es una solución:
“¿Quién no escuchó esa voz que dice: ‘Que ganas de morir’? Las cosas no suceden como se planean, todo está saliendo mal. Esa voz parece que lo hace entrar cada vez más adentro de un túnel sin salida, y la luz, que dicen que existe al final, simplemente no brilla, solo piensa en morir. Y ese pensamiento dice:
‘Quizás la muerte traiga esa paz que tanto quiere’ ¿Será que la muerte puede terminar con todos los problemas?
Es cierto que datos de la Organización Mundial de Salud indican que alrededor de 1 millón de personas se suicidan cada año, en todo el mundo. Además, el suicidio es una de las tres principales causas de muerte de personas de 15 a 44 años. Sin embargo, nadie habla al respecto. Se hacen campañas contra el sida, el cáncer y otras cosas, pero con respecto al suicidio la mayoría de las personas prefiere fingir que no se sabe, prefiere no pensar en el asunto.
El suicidio es más común de lo que parece. Todos los días, millones de personas en todo el mundo piensan en morir, la pregunta es: ¿En realidad, la muerte trae paz? ¿Quién dice que una vida termina después de la muerte? No, eso simplemente no tiene sentido.
El ser humano está formado por tres partes: cuerpo, alma y espíritu. Con la muerte, los tres terminan. El cuerpo se descompone, eso ya se sabe. El espíritu vuelve hacia Dios. ¿Y el alma? Si la persona es salva su alma va al cielo, pero si no, su alma va al infierno.
La persona que es salva no desea morir, pues su relación con Dios no está basada en teorías, ella es feliz y eso la lleva a la conclusión de que quien desea morir no es salvo, y quien no es salvo… Es decir, el suicidio conduce a tormentos infinitamente dolorosos y eterno.
No se resuelve un problema huyendo, porque si usted está pasando por una situación que le ha costado la paz, y pensamientos de quitarse la vida la atormentan, busque a Dios, hay una solución. Ahí mismo, donde usted esté, Dios está listo para entrar en acción y terminar con ese sufrimiento. Sin embargo, Él sólo podrá hacerlo con su permiso, basta con invitarlo a entrar. Si Él existe como hemos creído, la respuesta a su clamor será inmediata, eso sería más fácil que quitarse la vida”.
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