Ir a un shopping sin salir con una bolsa es un gran desafío en la vida de los adolescentes de hoy. La necesidad de usar ropa de marca y tener los aparatos electrónicos más modernos caracteriza a una generación consumista marcada por la fuerte influencia publicitaria que quiere embutir en la sociedad que tener es más importante que ser.
Para la economista y educadora financiera Janile Soares, no hay educación para el consumo. “Con los avances de la tecnología, la facilidad para comprar es aún mayor, ya que se puede hacer por internet, por ejemplo, con solo un clic. Los jóvenes tienen acceso al crédito sin necesidad de comprobación de ingresos y desconocen las tasas de intereses”, explica.
Un blanco fácil de los medios
Junto con la falta de conciencia financiera están los estímulos publicitarios.
“Uno de los grandes blancos del comercio son los niños y los adolescentes. Las propagandas en los medios de comunicación utilizan varios recursos para instigar a ese perfil de consumidor. Incluso hay una fuerte discusión sobre el marketing dirigido al público infantil. En algunos estados de Noruega y Suecia, por ejemplo, hay una ley que prohíbe la publicidad dirigida al público infantil”, revela la economista.
Así, los blogs, los sitios web de moda y las tiendas virtuales ganan públicos fieles. Según el análisis de la agencia norteamericana ComScore, aproximadamente el 80% de los adolescentes online entre 12 y 17 años visitan sitios de ventas y están acostumbrados a la facilidad de comprar a través de internet.
Los anuncios le prometen, a los que adquieren los productos, satisfacción personal, belleza y felicidad, pero la verdad es que, si no hay equilibrio en el consumo, lo que tendría que ser realización será tristeza. “El consumismo compulsivo le trae muchos perjuicios a las personas, como gastos excesivos sin necesidad, acumulación de objetos en la casa, peleas entre familiares, aumento de la ansiedad, depresión, aislamiento social, entre otros”, agrega Janile.
En este escenario, entra la importancia de la presencia de los padres para orientar e instruir a los jóvenes a no exagerar en los gastos. “La familia tiene un papel muy importante, ya sea enseñando el consumo consciente o apoyando en el tratamiento de las cuestiones psicológicas. Al percibir las tendencias consumistas de los hijos, los responsables deben buscar ayuda y verificar qué hay detrás de esa necesidad”, analiza la economista.
La educación financiera viene de casa
El primer paso para ayudar a los hijos es ser un ejemplo. La psicóloga Tatiane Fidelis da Silva explica que la convivencia familiar influye directamente en el comportamiento de los jóvenes. “Los padres deben enseñarle a sus hijos a valorar el dinero desde pequeños, deben conversar y explicar cómo hacen el presupuesto de la casa y, sobre todo, mostrar a través de acciones que son personas financieramente equilibradas. Si hay compulsión en el entorno familiar por las compras seguramente habrá posibilidades de que aquel joven adquiera la misma característica”, destaca.
La contribución de los padres comienza a partir de los primeros años, al establecer valores éticos y pautas de comportamiento a sus hijos. Sin embargo, además de estar atento al modelo de crianza que se da, es necesario que los padres verifiquen si están transfiriéndoles a los niños la responsabilidad de vivir los sueños que no vivieron o de tener aquello que no tuvieron en la infancia. “Ese también es un comportamiento perjudicial porque futuramente los niños pueden convertirse en personas acumuladoras y sin límites”, dice la economista.
Una de las prácticas más comunes enseñadas a los padres o responsables para reducir el consumismo desenfrenado es el cambio de algo “viejo” por algo nuevo. Se le enseña al niño que, para recibir, por ejemplo, un juguete nuevo tendrá que elegir qué juguete viejo quiere donar.
Cambio de hábito y concientización
Si no hay un cambio de actitud, con seguridad las próximas generaciones van a consumir más y se formarán personas frustradas que dependen solo de cosas materiales para tener la sensación de felicidad.
Por eso, si usted es joven y ha depositado su felicidad en el placer de consumir, elimine ese hábito a partir de hoy. Pregúntese: ¿qué necesito para tener una buena vida? La autorrealización no viene de tener, sino de ser. Busque substituir la necesidad de comprar por el deseo de conocerse.
10 consejos prácticos para dejar de ser consumista
1-Evite ir de compras en situaciones de picos de humor (cuando está muy feliz o muy triste)
2-Tenga una lista con todos los gastos, para evitar los innecesarios
3-Busque precios antes de comprar
4-Antes de comprar, piense nuevamente si lo necesita en ese momento
5-Aprenda a lidiar con un presupuesto limitado y a establecer prioridades
6-Siempre que compre algo nuevo, encuentre algo “viejo” de lo que se pueda deshacer
7-Evite adquirir cosas sin antes probarlas. Aunque el precio sea atractivo, evalué si el producto será utilizado.
8-Identifique los motivos reales de querer hacer determinada compra, porque puede ser el reflejo de una insatisfacción personal.
9-Evite salir con tarjetas de crédito, utilice dinero en efectivo y pague al contado.
10-Ocúpese con nuevas actividades que no están relacionadas con el dinero o las compras.
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