En estas últimas semanas hubo noticias terribles que dejaron marcadas a familias enteras. Uno de los casos más escalofriantes es el de un hombre que quedó detenido tras acuchillar a su mujer embarazada de cinco meses, en Mar del Plata. El fiscal caratuló la causa como “Tentativa de homicidio agravado por el vínculo” y dispuso el traslado del acusado a una unidad carcelaria.
Otro caso que resonó por el nivel de crudeza fue el de un matrimonio en la localidad de Las Higueras, Río Cuarto, Córdoba. Ella era una mujer policía, de 36 años de edad, y su esposo, de 46, pertenecía a la Fuerza Aérea. Un domingo por la tarde la pareja comenzó a discutir en el segundo piso de su casa mientras sus hijos jugaban en la planta baja. De repente se escucharon disparos y como resultado la mujer muerta y el hombre gravemente herido. Ambos presentaban heridas de bala en la cabeza.
Un caso más que conmocionó al país fue el caso de una mujer que asfixió a su esposo y tiró el cuerpo en la cámara séptica de su casa en Coronel Suárez. Ante la presión psicológica por el asesinato cometido la mujer terminó confesando a la Policía que en un arrebato de violencia le pegó con un palo y lo asfixió. Cuando la mujer lo vio tirado en el piso, reaccionó y quiso esconder lo que había hecho, entonces, tiró el cuerpo en un pozo séptico. Cuando la Policía llegó al lugar señalado encontraron a la víctima. El cuerpo estaba en una bolsa donde también había ladrillos, a un metro y medio de profundidad. Tenía la cabeza cubierta por un plástico y estaba atado de pies y manos.
Estas son situaciones violentas en extremo que terminaron con la muerte de uno o ambos miembros de la familia, sin embargo a diario hay peleas, infidelidades, violencia física, verbal y psicológica que va destruyendo el vínculo familiar así como un cáncer fagocita un cuerpo.
Ante tanta destrucción que amenaza a la integridad de nuestra familia, ¿cómo evitar que el mal toque a quienes amamos? El obispo Macedo en su blog enseña a buscar la protección de Dios para que las estrategias del mal, del reino de la injusticia no hagan estragos en nuestra familia: “El infierno es el cuartel general de la injusticia. Allá está su fortaleza, el origen de todas las especies de injusticias sociales, profesionales, sentimentales, familiares, etc.
Es simplemente imposible que el hombre natural, por sí solo, por mayor que sea su potencial económico, gubernamental e intelectual, destruya al ejército de la injusticia que domina a este mundo, ya que sus embestidas contra el ser humano están diseminadas por todas las capas de la sociedad en el mundo entero, como escrito está:
‘… y el mundo entero está bajo el maligno.’, (1 Juan 5:19).
Para vencer al espíritu de la injusticia es necesario que sus armas contra el espíritu de la injusticia sean ‘… poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas…’, (2 Corintios 10:4). Solo la fe racional es capaz de destruir toda la fortaleza de la injusticia.
Usted solo podrá vencer a todo el infierno cuando manifieste su fe a través del sacrificio de renunciar a sus emociones y al pecado, y coloque toda su vida en el Altar para quedar en la dependencia del Altísimo.
Abraham vivía en esa fe. Él fue justificado por ella; su vida estaba enteramente en el Altar, que es la base de la justicia.
Cuando él necesitó reivindicar la justicia Divina, indignado por andar correcto, amar a su esposa, ser fiel y no tener descendencia (un hijo), la justicia lo atendió. Cuando necesitó librar a su sobrino de la destrucción de Sodoma y Gomorra, buscó la justicia Divina, y fue atendido.
Mis amigos, solo alguien que anda en la justicia y manifiesta la fe del sacrificio en el Altar es capaz de hablar con Dios con tanta intimidad, osadía y libertad al punto de que por su causa, el Altísimo libre únicamente a su sobrino y a su familia de la destrucción. Cuando vivimos esa fe, tenemos derecho a vivir una vida justa en la salud, en la familia, en el trabajo y en todos los sentidos”.
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