Cuando un problema ocurre en su vida, ¿usted reflexiona sobre el origen del mismo? ¿O, sin titubear, usted culpa al diablo por todos percances por los cuales está pasando y se exime de cualquier responsabilidad?
Muchos cristianos tienen la tendencia de decir que cada mala circunstancia es causada “por el diablo”. Sin embargo, él no es el culpable de todos los problemas que sobrevienen a nuestras vidas.
Sucede que es más fácil decir que un problema económico fue puesto por el diablo que admitir que se gasta más de lo que se gana. Más fácil es culparlo por la crisis en el matrimonio que responsabilizarse de no respetar al cónyuge. O incluso decir que él está debilitando la vida espiritual, cuando es la propia persona quien no busca meditar en la Biblia, orar, ayunar, por ejemplo.
Eso no quiere decir que el diablo no esté por detrás de innumerables situaciones. Al contrario, en la Biblia está escrito que él vino “… sino para hurtar, matar y destruir” (Juan 10:10). Pero es necesario ser consciente de que muchos problemas que una persona enfrenta pueden haber sido creados por ella misma a través de infracciones a una ley, a un principio o a la Palabra de Dios.
Por ejemplo: si usted excede el límite de velocidad permitida en una calle, tendrá que pagar una multa, porque infringió la ley. Si cometió adulterio, sufrirá las consecuencias, entre ellas una posible separación, porque se equivocó con la persona y también con la Palabra de Dios. Es decir, cada error tiene una consecuencia.
La Palabra de Dios dice que “… todo lo que el hombre siembre, eso también segará…” (Gálatas 6:7). Por lo tanto, si usted tiene actitudes equivocadas que contribuyan a una consecuencia negativa, probablemente sucederá. El diablo, en esos casos, no será el culpable.
Vea el ejemplo de Adán y Eva. Cuando Dios los creó y los puso en el Jardín del Edén, ellos tenían un total control de sus vidas, pero desobedecieron la Palabra de Dios al prestarle atención a la voz del diablo y, debido a eso, fueron expulsados de allí.
La causa de la caída del hombre, en ese caso, no fue el diablo, sino la desobediencia. Adán hasta intentó culpar a Eva por su caída, que fue la primera en prestarle atención al diablo. Sin embargo, eso no libró a los dos de las consecuencias.
La brecha para el mal
Existen situaciones en las que el diablo utiliza el error cometido por la persona para perjudicarla aún más. La Biblia dice que él anda a nuestro alrededor, atento para infiltrarse en nuestra vida. Por eso, es necesario ser sensato en todo lo que se hace. “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5:8)
Obispo Júlio Freitas, en su blog, escribió cómo los errores y pecados son la puerta de entrada del diablo. “Él anda a nuestro alrededor, siempre tramando, siempre en búsqueda de una oportunidad de tentarnos para entonces poder acusarnos. ¿Y cuándo el diablo logra su objetivo? Cuando nos equivocamos. Cuando le negamos el perdón a quien tenemos que perdonar. Cuando le negamos la fidelidad a quien le debemos ser fiel. Cuando le negamos la verdad a quien le debemos la verdad. Cuando le negamos nuestra fe inteligente a Dios y lo que debemos hacer es asumirla. Pero si usted elige agradar a Dios, tenerlo como Amigo, aunque tenga el mundo como enemigo, usted vencerá”, señaló.
Hay personas que caen en tentación diciendo que la “carne es débil”, pero el argumento de la debilidad no justifica el pecado. “Si usted no anda firme en el camino de la justicia, entonces es porque usted no está definido. Si usted no está definido, entonces, es porque le falta fidelidad, caminar de manos tomadas con Dios. Porque quien camina de manos tomadas con Dios, camina firme”, justificó el obispo.
¿Usted se equivocó?
Muchos cristianos no asumen la responsabilidad de sus errores porque tienen miedo de las consecuencias. Pero si los admiten y confiesan a Dios lo que hicieron, estarán libres de ellos, así como sucedió con el rey David.
Él cometió adulterio y homicidio, pero asumió su error. “David reconoció, confesó y Dios lo perdonó y lo rescató, dejándonos a nosotros un ejemplo a seguir. ¿Usted se equivocó, cayó en pecado? Entonces, caiga de rodillas delante de Dios, confiese su pecado y verá si Jesús no le levanta. Quien permanecerá caído será el diablo. Ahora, si usted cae y permanece caído, entonces, es porque usted no cayó delante de Dios”, evalúa el obispo Júlio.
Dios es justo y quiere que usted madure, manteniéndose siempre obediente a Él. No se quede culpando al diablo por todo lo malo que le sucede. Evalúe lo que es consecuencia de sus actos, corríjalos y siga adelante.
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