Las amistades son capaces de influir en las decisiones de una persona, para el bien o para el mal. Ciertamente, si usted camina al lado de alguien que se queja mucho y solo tiene ojos para las situaciones negativas y todo lo malo que sucede, será contaminado por la misma negatividad y sentirá los mismos síntomas. Por otro lado, si anda, con alguien que profesa la fe en el Señor Jesús y actúa de acuerdo con las enseñanzas de Dios, seguramente usted estará fortalecido.
La Biblia dice:
“¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores…!” (Salmos 1:1 – Versión La Biblia de las Américas)
Basado en el versículo anterior, la columnista, en una publicación en el blog oficial de la escritora Cristiane Cardoso, explicó que quién desea ser íntegro debe estar atento a su conducta, principalmente en lo que respecta a la elección de sus amistades. Según ella, los verbos andar, detener y sentar (en el versículo) se utilizan para revelar los diferentes grados de intimidad en nuestras relaciones.
Cada uno de los verbos
“Andar significa un vínculo más casual con aquellos que no mantienen una sintonía con Dios. Son amigos más distantes, que promueven deseos y pensamientos que van en contra de la salud espiritual”, explica Núbia.
De acuerdo con la columnista, el verbo detener se refiere a un nivel de comunión más estrecho con personas que declaradamente son infieles, injuriosas y rebeldes a la Palabra. “Ellas están por todas partes, por eso siempre se cruzarán en nuestro camino, exigiendo de nuestra parte la decisión de que nos establezcamos a su lado o no.”
Núbia también explica que sentarse implica estar totalmente a gusto en medio de los injustos y burladores del Evangelio. Ese vínculo se vuelve tan peligroso que las palabras e ideas del mal son absorbidas e incorporadas, de modo que convierte al hombre bueno en un obstinado al error, igual a su “amigo”.
El pecado es algo progresivo. “Un acto que, por más inofensivo que sea, tiende a dirigir hacia otro, hasta que la persona esté sufriendo atascado en medio a tantos errores. Así, además de perder la alegría que la carrera de la fe proporciona, esa persona también se convierte en cómplice y deudora de las malas acciones de los demás. Piense en esto”, advierte Núbia.
Quien ha pasado por eso
Las amistades son determinantes en la caminata de la fe.
“Antes de llegar a la FJU (Fuerza Joven Universal), mi madre quería que yo hiciera amigos en el grupo, pero yo solo quería ser amigo de las personas de afuera de la iglesia, y, en realidad, nunca tuve esas amistades. Pensaba que las tenía, pero solo eran compañeros. No tenía a nadie con quien yo pudiera contar realmente. Cuando llegué a la Fuerza Joven todo lo que quería hacer era solo un amigo”, cuenta Alexandre Carlos Paulo Barroso, de 20 años, de Manaos, Brasil.
Según Alexandre, él era muy orgulloso y arrogante, y eso hizo que las personas se alejaran de él. Sin embargo, en la FJU él encontró el consuelo y el apoyo que necesitaba. “Por más que yo les diera una ‘patada’, las personas se acercaban para ayudarme; y eso me fue transformando. Hoy, dentro de la Fuerza Joven, sé que tengo amigos de verdad. Ellos me acercan más a Dios y, por más que yo esté pasando por guerras, ellos nunca me juzgan”, comenta Alexandre.
De la misma manera que una buena amistad puede ayudar a alguien a encontrar una dirección y acercarlo a Dios, una amistad equivocada puede arruinar la vida de cualquier persona.
Fue lo que le sucedió a la joven Talita Bentes, de 16 años, también de Manaos. A los 13 años ella participaba del Grupo de Fe Teen (GF Teen), de la Universal, e, incluso afirmándose en el proyecto y en sus propósitos, ella seguía con algunas amistades que perjudicaban su vida con Dios.
“Comencé a darle oídos a esas personas. Comencé a ir a la iglesia por ir. Durante 1 año viví en el mundo, haciendo todo lo que estaba mal. Decía malas palabras, era rebelde y tenía actitudes que no servían”, recuerda Talita.
Pero, un cambió le sucedió a una de las amigas de la joven, lo que también cambió su vida. “Una de ellas aceptó a Jesús, se puso firme y comenzó a orar, luchar y a hacer propósitos por mí, sin que yo lo supiera. Fue cuando yo también comencé a ponerme firme. Y fue a causa de la oración de esa amiga mía regresé. Le agradezco mucho a ella por todo lo que hizo por mí.”
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