Cuando una pareja se conoce, se enamora y decide casarse, ninguno de los dos se imagina que puedan llegar a divorciarse. La fiesta, el vestido, la luna de miel y los hijos son la parte linda. Cuando el amor se termina, no importa en qué condiciones hayan terminado la relación, ellos creyeron que habían dado el sí para toda la vida.
En la actualidad, los divorcios se volvieron algo común, pero a pesar de que se traten de minimizar los efectos que producen, lo cierto es que generan mucho dolor a quienes toman esta dura decisión. La casa, los hijos, la familia que se había formado se derrumba y ya no queda nada que hacer, solo juntar los pedazos rotos y tratar de salir adelante.
En nuestro país como en el mundo, las familias se van deshaciendo después de la separación de los cónyuges. En un reciente relevamiento de la ONG Defendamos Buenos Aires lo vemos reflejado con una cifra alarmante con un total de 15 120 casos en los últimos 15 meses, los divorcios en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano promedian 36 sentencias judiciales cada día lo que equivale a un matrimonio menos cada 40 minutos. Las parejas eligen separarse, sobre todo, por problemas económicos y violencia de género.
Esas son apenas las cifras que conocemos de la Ciudad de Buenos Aires y los casos que llegan al divorcio, muchos otros quedan por fuera del relevamiento porque las relaciones se rompen irremediablemente y ni siquiera existe el diálogo para llegar a un acuerdo lógico para ambos. CABA tiene más divorcios que ciudades con mayor cantidad de habitantes tales como Madrid, París y Roma que totalizan unos 22 por día.
Además, se puede ver, en el relevamiento que la tasa puede seguir elevándose:
“La tasa de divorcios en la Ciudad de Buenos Aires se incrementó en un 20 por ciento según la última medición (de 16 divorcios diarios en 2015 a 19 en 2016/2017). Constituyendo este elemento de medición, uno de los primeros que señala el trabajo conjunto sobre el tema llevado adelante por el estudio especializado Miglino y Abogados y la ONG Defendamos Buenos Aires entre enero 2016 y marzo 2017”, dijo el abogado Javier Miglino a Diario Popular.
Además sostuvo que “por primera vez hay también un informe del Conurbano bonaerense, con un índice similar. Entre ambos distritos se producen 36 separaciones legales cada 24 horas.
Es decir que en la sociedad argentina los matrimonios se van desgastando cada día hasta que finalmente se terminan. Todos los proyectos compartidos se derrumban, ahora hay que dividir lo que queda, si es que algo queda. Empiezan las disputas por el pago de alimentos, por la custodia… A partir de ese momento quienes soñaron con una vida de felicidad y amor deben tratar de sobreponerse a su dolor para rearmar su vida. ¿Es posible recomponer una relación para no tener que llegar al divorcio o la separación?
Secretos del Matrimonio exitoso
El obispo Macedo en su Blog nos habla acerca de los secretos para tener un matrimonio feliz y duradero: “La vida familiar es de suma importancia, por eso son buenos los consejos que recibimos a la luz de la Palabra de Dios acerca de la vida sentimental. Constituir una familia, un hogar, un matrimonio, es la mayor inversión que el ser humano puede hacer aquí en la tierra después de la alianza con Dios. Y uno tiene que ser precavido a la hora de tomar esa decisión, principalmente a los 16, 17 años, cuando los sueños afloran con facilidad.
Por eso mi esposa, Ester, antes de casarse conmigo tenía claro cuál era su prioridad en referencia al matrimonio. Al tener ejemplos en su familia de matrimonios fallidos, no quería que le sucediese lo mismo. Ella siempre pedía en sus oraciones a Dios que fuera hecha la voluntad de Él y no la de ella.
Por eso, uno de los mejores consejos que usted puede recibir de mi parte es que siempre anteponga la voluntad de Dios a la suya propia, pues Él sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros. Cuando uno ignora la voluntad de Dios, la persona acaba por engañarse a sí misma.
Y a veces, un pequeño detalle, pequeñas cosas que la persona deja pasar, traen un gran problema. Quien es nacido de Dios, tiene ese sentido de la responsabilidad. Y así también en el caso del matrimonio. Los pequeños detalles que la persona ignora, van a traerle problemas y, para cuando se dé cuenta, será demasiado tarde.
Piense en la actitud del propio Señor Jesús: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo…” (Mateo 6:9-10); “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras.”, (Mateo 26:29).
Si el propio Hijo de Dios quiso hacer la voluntad de Dios, ¿será que nosotros, los nacidos de Dios tenemos que actuar de forma diferente?
Hay muchos puntos a tratar acerca del matrimonio. Pero por encima de todo, si alguien desea tener una vida sentimental bendecida debe tener presente en primer lugar la voluntad de Dios. Esta se encuentra en la cabeza y no en el corazón, como muchos creen equivocadamente. Es el corazón el que alberga la voluntad del hombre. Cuando la persona es realmente nacida de Dios hace prevalecer la voluntad de Dios por encima de la voluntad de su corazón, eso es lo que hace la diferencia.
Cuando una persona se casa, se casa con una persona que es cuerpo, alma y espíritu. Y la manera de pensar de la otra persona es diferente, su corazón es diferente. Si una persona no se casa con la persona escogida por Dios, va a sufrir porque apenas se va a unir físicamente con otra persona y cuando descubra el interior surgirán las complicaciones.
El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra elección, pero Él solo nos ayudará, nos auxiliará si realmente necesitamos de Él. Cuántas no son las veces en las que el Espíritu Santo está mostrando que ese muchacho más joven que esa chica no es de su voluntad, pero ella insiste, alegando que ese muchacho es como ella pidió a Dios, tiene las características que a ella le gustan y con esos argumentos intenta convencerse de que ese es el muchacho que Dios quiere para ella a pesar de tener un pequeño detalle: es mucho menor.
Muchas personas no quieren oír la voz del Espíritu Santo y desean dar prioridad a su fe emotiva, a los deseos de su corazón. El problema no es la apariencia es la mentalidad. Por ejemplo, cuando el muchacho tiene 20 años, su mentalidad es de menos edad. Pero cuando la muchacha tiene 20 años, su mentalidad es más o menos 5 años más. Si se casan la diferencia de mentalidad que hay entre ellos es de casi 10 años.
Si los dos no son de Dios, o los dos son de Dios, pero no es de la voluntad de Dios el estar juntos, van a tener muchos problemas. Tiene que encontrar una persona compatible con usted para ser feliz. Pero, obispo, ¿y si los dos tienen el Espíritu Santo? Sí, pero el Espíritu Santo no impone su voluntad en la mentalidad, Él sugiere, aconseja, pero quién va a ejecutarla es la persona. El hecho de que los dos tengan el Espíritu Santo es extremadamente importante, pero hay que tener en cuenta otros factores para la convivencia en el día a día. Por eso, si alguien desea ser feliz en el matrimonio, tendrá que usar la inteligencia, y nunca la emoción.
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