Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Números 17
1 Luego habló el Señor a Moisés, diciendo:
2 Habla a los hijos de Israel, y toma de ellos una vara por cada casa de los padres, de todos los príncipes de ellos, doce varas conforme a las casas de sus padres; y escribirás el nombre de cada uno sobre su vara.
3 Y escribirás el nombre de Aarón sobre la vara de Leví; porque cada jefe de familia de sus padres tendrá una vara.
4 Y las pondrás en el tabernáculo de reunión delante del testimonio, donde yo me manifestaré a vosotros.
5 Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros.
6 Y Moisés habló a los hijos de Israel, y todos los príncipes de ellos le dieron varas; cada príncipe por las casas de sus padres una vara, en total doce varas; y la vara de Aarón estaba entre las varas de ellos.
7 Y Moisés puso las varas delante del Señor en el tabernáculo del testimonio.
8 Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras.
9 Entonces sacó Moisés todas las varas de delante del Señor a todos los hijos de Israel; y ellos lo vieron, y tomaron cada uno su vara.
10 Y el Señor dijo a Moisés: Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a los hijos rebeldes; y harás cesar sus quejas de delante de mí, para que no mueran.
11 E hizo Moisés como le mandó el Señor, así lo hizo.
12 Entonces los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: He aquí nosotros somos muertos, perdidos somos, todos nosotros somos perdidos.
13 Cualquiera que se acercare, el que viniere al tabernáculo del Señor, morirá. ¿Acabaremos por perecer todos?
Números 18
1 El Señor dijo a Aarón: Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis el pecado del santuario; y tú y tus hijos contigo llevaréis el pecado de vuestro sacerdocio.
2 Y a tus hermanos también, la tribu de Leví, la tribu de tu padre, haz que se acerquen a ti y se junten contigo, y te servirán; y tú y tus hijos contigo serviréis delante del tabernáculo del testimonio.
3 Y guardarán lo que tú ordenes, y el cargo de todo el tabernáculo; mas no se acercarán a los utensilios santos ni al altar, para que no mueran ellos y vosotros.
4 Se juntarán, pues, contigo, y tendrán el cargo del tabernáculo de reunión en todo el servicio del tabernáculo; ningún extraño se ha de acercar a vosotros.
5 Y tendréis el cuidado del santuario, y el cuidado del altar, para que no venga más la ira sobre los hijos de Israel.
6 Porque he aquí, yo he tomado a vuestros hermanos los levitas de entre los hijos de Israel, dados a vosotros en don del Señor, para que sirvan en el ministerio del tabernáculo de reunión.
7 Mas tú y tus hijos contigo guardaréis vuestro sacerdocio en todo lo relacionado con el altar, y del velo adentro, y ministraréis. Yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio; y el extraño que se acercare, morirá.
8 Dijo más el Señor a Aarón: He aquí yo te he dado también el cuidado de mis ofrendas; todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te he dado por razón de la unción, y a tus hijos, por estatuto perpetuo.
9 Esto será tuyo de la ofrenda de las cosas santas, reservadas del fuego; toda ofrenda de ellos, todo presente suyo, y toda expiación por el pecado de ellos, y toda expiación por la culpa de ellos, que me han de presentar, será cosa muy santa para ti y para tus hijos.
10 En el santuario la comerás; todo varón comerá de ella; cosa santa será para ti.
11 Esto también será tuyo: la ofrenda elevada de sus dones, y todas las ofrendas mecidas de los hijos de Israel, he dado a ti y a tus hijos y a tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; todo limpio en tu casa comerá de ellas.
12 De aceite, de mosto y de trigo, todo lo más escogido, las primicias de ello, que presentarán al Señor, para ti las he dado.
13 Las primicias de todas las cosas de la tierra de ellos, las cuales traerán al Señor, serán tuyas; todo limpio en tu casa comerá de ellas.
14 Todo lo consagrado por voto en Israel será tuyo.
15 Todo lo que abre matriz, de toda carne que ofrecerán al Señor, así de hombres como de animales, será tuyo; pero harás que se redima el primogénito del hombre; también harás redimir el primogénito de animal inmundo.
16 De un mes harás efectuar el rescate de ellos, conforme a tu estimación, por el precio de cinco siclos, conforme al siclo del santuario, que es de veinte geras.
17 Mas el primogénito de vaca, el primogénito de oveja y el primogénito de cabra, no redimirás; santificados son; la sangre de ellos rociarás sobre el altar, y quemarás la grosura de ellos, ofrenda encendida en olor grato al Señor.
18 Y la carne de ellos será tuya; como el pecho de la ofrenda mecida y como la espaldilla derecha, será tuya.
19 Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de Israel ofrecieren al Señor, las he dado para ti, y para tus hijos y para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; pacto de sal perpetuo es delante del Señor para ti y para tu descendencia contigo.
20 Y el Señor dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel.
21 Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión.
22 Y no se acercarán más los hijos de Israel al tabernáculo de reunión, para que no lleven pecado por el cual mueran.
23 Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no poseerán heredad entre los hijos de Israel.
24 Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán al Señor en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán heredad.
25 Y habló el Señor a Moisés, diciendo:
26 Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida al Señor el diezmo de los diezmos.
27 Y se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, y como producto del lagar.
28 Así ofreceréis también vosotros ofrenda al Señor de todos vuestros diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos la ofrenda del Señor al sacerdote Aarón.
29 De todos vuestros dones ofreceréis toda ofrenda al Señor; de todo lo mejor de ellos ofreceréis la porción que ha de ser consagrada.
30 Y les dirás: Cuando ofreciereis lo mejor de ellos, será contado a los levitas como producto de la era, y como producto del lagar.
31 Y lo comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias; pues es vuestra remuneración por vuestro ministerio en el tabernáculo de reunión.
32 Y no llevaréis pecado por ello, cuando hubiereis ofrecido la mejor parte de él; y no contaminaréis las cosas santas de los hijos de Israel, y no moriréis.
Salmos 55
1 Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica.
2 Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo,
3 A causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; porque sobre mí echaron iniquidad, y con furor me persiguen.
4 Mi corazón está dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído.
5 Temor y temblor vinieron sobre mí, y terror me ha cubierto.
6 Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría.
7 Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Selah
8 Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad.
9 Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos; porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.
10 Día y noche la rodean sobre sus muros, e iniquidad y trabajo hay en medio de ella.
11 Maldad hay en medio de ella, y el fraude y el engaño no se apartan de sus plazas.
12 Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él;
13 Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar;
14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios.
15 Que la muerte les sorprenda; desciendan vivos al Seol, porque hay maldades en sus moradas, en medio de ellos.
16 En cuanto a mí, a Dios clamaré; y el Señor me salvará.
17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz.
18 El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos.
19 Dios oirá, y los quebrantará luego, el que permanece desde la antig:uedad; por cuanto no cambian, ni temen a Dios. Selah
20 Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él; violó su pacto.
21 Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla, pero guerra hay en su corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas desnudas.
22 Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.
23 Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición. Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días; pero yo en ti confiaré.
Isaías 7
1 Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar.
2 Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento.
3 Entonces dijo el Señor a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador,
4 y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías.
5 Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efraín y con el hijo de Remalías, diciendo:
6 Vamos contra Judá y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel.
7 Por tanto, Dios el Señor dice así: No subsistirá, ni será.
8 Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo.
9 Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías. Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis.
10 Habló también el Señor a Acaz, diciendo:
11 Pide para ti señal del Señor tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto.
12 Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré al Señor.
13 Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios?
14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
15 Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.
16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada.
17 El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, al rey de Asiria.
18 Y acontecerá que aquel día silbará el Señor a la mosca que está en el fin de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria;
19 y vendrán y acamparán todos en los valles desiertos, y en las cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todas las matas.
20 En aquel día el Señor raerá con navaja alquilada, con los que habitan al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, cabeza y pelo de los pies, y aun la barba también quitará.
21 Acontecerá en aquel tiempo, que criará un hombre una vaca y dos ovejas;
22 y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla; ciertamente mantequilla y miel comerá el que quede en medio de la tierra.
23 Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y cardos.
24 Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y cardos.
25 Y a todos los montes que se cavaban con azada, no llegarán allá por el temor de los espinos y de los cardos, sino que serán para pasto de bueyes y para ser hollados de los ganados.
Acompañe la lectura del 128° día ingresando aquí.
[related-content]