Es común oír entre los cristianos la expresión “mi vida está entregada a Dios”. Pero, ¿ esa entrega siempre ocurre de forma incondicional y completa? Infelizmente, no. Muchas personas buscan a Dios, pero no ponen sus vidas a Su disposición, de la manera que Le agrada.
Muchos cristianos frecuentan cadenas, hacen oraciones, ayunos, propósitos, grandes ofrendas y sacrificios que expresan su fe, pero todavía no tienen un compromiso total con Dios. Lamentablemente, están más preocupados por recibir bendiciones que por tener una vida dispuesta a Él.
Por supuesto que es importante conquistar en todas las áreas, incluso para testificar la grandeza de Dios. Pero es necesario expresar la fe más allá de los votos, diezmos y ofrendas, sacrificando no solo un valor monetario, sino toda su vida a Él. Significa donar su cuerpo, su alma y su espíritu para que Él tome posesión de ellos.
En una reunión en el Templo de Salomón, el obispo Edir Macedo comparó la entrega de una persona a Dios con la de los cónyuges en el casamiento. “Cuando amamos a una persona de verdad, le entregamos nuestro mejor, sacrificamos nuestra voluntad para agradarla. Sin embargo, cuando usted deja de sacrificar su yo, ¿qué sucede? La separación. Con Dios no es diferente. Él es grande y poderoso para solucionar el problema de todas las personas, pero, Él solo actúa en la vida de aquellos que se entregan sin límites, incondicionalmente.”
La práctica de la Palabra
¿Cómo entregarse en el Altar de forma correcta? Se necesita obediencia y sumisión a la práctica de la Palabra de Dios. Es negar los deseos de la “carne”, los errores, los pecados con el objetivo de seguir lo que Él dejó escrito.
El obispo Macedo dijo que para entregarse totalmente a Dios es necesario elegir hacer lo que Le agrada. “¿De qué sirve ponerme en la posición de siervo, si continúo agradando al diablo con mis errores? Entonces, debe definirse, si usted no es caliente ni frío, tiene un pie en el cielo y otro en la tierra. Usted no puede vivir con esa incertidumbre, sino que tiene que asumir el compromiso con Dios”, enseñó.
Para que eso suceda, es necesario luchar contra las emociones, impedir que sus deseos lo dominen y no vivir más por las circunstancias, sino solo por la fe. Usted pasa a ofrecerle a Dios todo lo que hace parte de su vida, como sueños, conquistas, planes, etc. En la práctica, renuncia a las malas amistades, al orgullo, a los malos sentimientos y a los comportamientos negativos y se somete a Él por completo.
Cuando se toman estas actitudes, la persona no tiene más limitaciones en su interior que le impiden tener una relación íntima con Dios. Entonces, ella es completamente bendecida. Al vencerse a sí misma, ella se convierte en vencedora en todas las áreas. “No es que usted no debe tener pecados para ser atendido por Dios. Si manifiesta la fe, será atendido. Pero lo que hace realmente la diferencia en su vida es su entrega total, es su honra a Dios, su respeto para con Él, su temor para con el Altísimo”, aclaró el obispo.
Sin embargo, si no existe ese sacrificio espiritual, no hay manera que la vida de una persona sea transformada totalmente. Ella incluso recibe las bendiciones de Dios, porque expresa su fe en el Altar, pero no podrá mantenerlas. Entonces, para que ella pierda lo que conquistó es solo un paso, como sucedió con Adán y Eva en el Jardín del Edén. Ellos perdieron el Paraíso por no obedecer a Dios.
La recompensa
Al sacrificar en el Altar su cuerpo, su alma y su espíritu a Dios, la persona recibe no solo las bendiciones que desea, sino todo lo que Él tiene poder para dar, como un intercambio. Ella pasa a conocerlo en Su totalidad, porque Él toma posesión de su “yo” como un todo y, entonces, derrama en su interior Su Espíritu.
La persona puede incluso haber tenido experiencias con el poder de Dios mientras que manifestó la fe del sacrificio en el Altar, pero cuando ella se entrega sin reservas es bautizada con el Espíritu Santo y vive la experiencia más personal con Él.
De esa manera, la obra de Dios en la vida de esa persona pasa a ser completa. Ella conquista la liberación de los problemas, el poder de Dios para obtener victorias y la Salvación. Entonces, termina siendo totalmente transformada por Su poder, con un carácter, personalidad y ejemplo de vida irreconocibles.
Por lo tanto, al presentarse en el Altar de sacrificio, manténgase preocupado no solo por la entrega material, sino por la entrega de su interior. Eso es lo que traerá la respuesta de Dios y la certeza de que Su presencia estará siempre con usted.
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