Ángela Alicia Ruiz estaba enferma de artritis, sufría tanto que hasta llegó a pensar en terminar con su vida porque no veía una salida para su situación. Todo comenzó cuando ella empezó a notar que sus articulaciones se estaban deteriorando y le dolían al realizar cualquier movimiento. El dolor comenzó a incrementarse hasta llegar a niveles que le impedían dormir y llevar una vida normal.
“Llegué a tomar 9 medicamentos distintos siguiendo el tratamiento que me indicó el doctor, el tratamiento iba a ser largo y el profesional de la salud no me aseguraba que me fuera a curar. Fue muy duro ese momento porque yo era viuda, estaba sin trabajo y con tres chicos a cargo. Encima el doctor me dijo que probablemente iba a quedar en silla de ruedas, estaba desesperada, no sabía qué hacer”, cuenta ella.
La enfermedad avanzaba y ella se desesperaba porque los movimientos eran cada vez más dolorosos. “Se me estaban secando las articulaciones, los dolores eran insoportables, no podía trabajar, por lo que estaba en la miseria. En ese momento iba a terminar con todo tirándome debajo de un tren porque además de este padecimiento reumático, tenía una arritmia cardíaca”, agrega.
Ella tuvo una oportunidad que cambió su vida para siempre, comenzó a participar de las reuniones de la Universal y perseveró usando su fe en los propósitos, de esta manera, en poco tiempo, fue curada de la artritis. Dios restauró su cuerpo y el dolor desapareció, hoy ella disfruta de una vida completa porque aprendió a creer y confiar. “No solo fui curada de la artritis, también me casé de nuevo y logré salir de la miseria”, afirma sonriendo.
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