Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Números 31
1 Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo:
2 Toma venganza completa sobre los madianitas por los hijos de Israel; después serás reunido a tu pueblo.
3 Y habló Moisés al pueblo, diciendo: Armad a algunos hombres de entre vosotros para la guerra, a fin de que suban contra Madián para ejecutar la venganza del Señor en Madián.
4 Enviaréis a la guerra mil de cada tribu, de todas las tribus de Israel.
5 Entonces se prepararon de entre los miles de Israel, mil de cada tribu, doce mil hombres armados para la guerra.
6 Y Moisés los envió a la guerra, mil de cada tribu, y a Finees, hijo del sacerdote Eleazar, a la guerra con ellos, con los vasos sagrados y las trompetas en su mano para la alarma.
7 E hicieron guerra contra Madián, tal como el Señor había ordenado a Moisés, y mataron a todos los varones.
8 Y junto con sus muertos, mataron a los reyes de Madián: Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, los cinco reyes de Madián. También mataron a espada a Balaam, hijo de Beor.
9 Y los hijos de Israel tomaron cautivas a las mujeres de Madián y a sus pequeños; y saquearon todo su ganado, todos sus rebaños y todos sus bienes.
10 Después prendieron fuego a todas las ciudades donde habitaban y a todos sus campamentos.
11 Y tomaron todo el despojo y todo el botín, tanto de hombres como de animales.
12 Y trajeron los cautivos, el botín y los despojos a Moisés, al sacerdote Eleazar y a la congregación de los hijos de Israel, al campamento en las llanuras de Moab que están junto al Jordán, frente a Jericó.
13 Moisés y el sacerdote Eleazar, y todos los jefes de la congregación salieron a recibirlos fuera del campamento.
14 Moisés se enojó con los oficiales del ejército, los capitanes de miles y los capitanes de cientos, que volvían del servicio en la guerra,
15 y les dijo Moisés: ¿Habéis dejado con vida a todas las mujeres?
16 He aquí, éstas fueron la causa de que los hijos de Israel, por el consejo de Balaam, fueran infieles al Señor en el asunto de Peor, por lo que hubo plaga entre la congregación del Señor.
17 Ahora pues, matad a todo varón entre los niños, y matad a toda mujer que haya conocido varón acostándose con él.
18 Pero a todas las jóvenes que no hayan conocido varón acostándose con él, las dejaréis con vida para vosotros.
19 Y vosotros, acampad fuera del campamento por siete días; todo el que haya matado a una persona y todo el que haya tocado a un muerto, purificaos, vosotros y vuestros cautivos, al tercero y al séptimo día.
20 Y purificaréis todo vestido, todo artículo de cuero y toda obra de pelo de cabra y todo objeto de madera.
21 Entonces el sacerdote Eleazar dijo a los hombres de guerra que habían ido a la batalla: Este es el estatuto de la ley que el Señor ha ordenado a Moisés:
22 sólo el oro, la plata, el bronce, el hierro, el estaño y el plomo,
23 todo lo que resiste el fuego, pasaréis por el fuego y será limpio, pero será purificado con el agua para la impureza. Mas todo lo que no resiste el fuego lo pasaréis por agua.
24 Y en el séptimo día lavaréis vuestra ropa y seréis limpios; después podréis entrar al campamento.
25 Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo:
26 Cuenta el botín que fue tomado tanto de hombres como de animales; tú con el sacerdote Eleazar, y los jefes de las casas paternas de la congregación,
27 y divide en mitades el botín entre los guerreros que salieron a la batalla y toda la congregación.
28 Y toma un tributo para el Señor de los hombres de guerra que salieron a la batalla, uno por cada quinientos, tanto de las personas como de los bueyes, de los asnos y de las ovejas;
29 tómalo de la mitad de ellos, y dáselo al sacerdote Eleazar, como ofrenda al Señor.
30 Y de la mitad de los hijos de Israel tomarás uno de cada cincuenta, tanto de las personas como de los bueyes, de los asnos y de las ovejas, de cualquier animal, y los darás a los levitas que guardan el tabernáculo del Señor.
31 Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron tal como el Señor había ordenado a Moisés.
32 Y el botín que quedó del despojo que los hombres de guerra habían tomado fue de seiscientas setenta y cinco mil ovejas,
33 setenta y dos mil cabezas de ganado,
34 y sesenta y un mil asnos;
35 y de los seres humanos, de las mujeres que no habían conocido varón acostándose con él, fueron en total treinta y dos mil.
36 Y la mitad, la porción para los que salieron a la guerra, fue de trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas en número;
37 el tributo al Señor fue de seiscientas setenta y cinco ovejas;
38 y las cabezas de ganado, treinta y seis mil, de las cuales el tributo al Señor fue de setenta y dos;
39 y los asnos, treinta mil quinientos, de los cuales el tributo al Señor fue de sesenta y uno.
40 Y los seres humanos, dieciséis mil, de los cuales el tributo al Señor fue de treinta y dos personas.
41 Y Moisés dio el tributo, que era la ofrenda del Señor, al sacerdote Eleazar, tal como el Señor había ordenado a Moisés.
42 En cuanto a la mitad para los hijos de Israel, que Moisés había apartado de los hombres que habían ido a la guerra,
43 la mitad del botín de la congregación fue de trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas,
44 treinta y seis mil cabezas de ganado,
45 treinta mil quinientos asnos,
46 y dieciséis mil seres humanos.
47 Y de la mitad del botín de los hijos de Israel, Moisés tomó uno de cada cincuenta, tanto de hombres como de animales, y se los dio a los levitas, los cuales estaban encargados del tabernáculo del Señor, tal como el Señor había ordenado a Moisés.
48 Entonces los oficiales que estaban sobre los miles del ejército, los capitanes de miles y los capitanes de cientos, se acercaron a Moisés;
49 y dijeron a Moisés: Tus siervos han levantado un censo de los hombres de guerra que están a nuestro cargo, y ninguno de nosotros falta.
50 Por tanto, hemos traído al Señor, como ofrenda, lo que cada hombre ha hallado: objetos de oro, pulseras, brazaletes, anillos, pendientes y collares, para hacer expiación por nosotros ante el Señor.
51 Y Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron de ellos el oro y toda clase de objetos labrados.
52 Y el total del oro de la ofrenda que ellos ofrecieron al Señor, de los capitanes de miles y de los capitanes de cientos, fue de dieciséis mil setecientos cincuenta siclos.
53 Los hombres de guerra habían tomado botín, cada hombre algo para sí mismo.
54 Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de los capitanes de miles y de cientos, y lo llevaron a la tienda de reunión como memorial para los hijos de Israel delante del Señor.
Salmos 75
1 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, pues cercano está tu nombre; los hombres declaran tus maravillas.
2 Cuando yo escoja el tiempo oportuno, seré yo quien juzgará con equidad.
3 Tiemblan la tierra y todos sus moradores, mas yo sostengo sus columnas. (Selah)
4 Dije a los orgullosos: No os jactéis; y a los impíos: No alcéis la frente;
5 no levantéis en alto vuestra frente; no habléis con orgullo insolente.
6 Porque ni del oriente ni del occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento;
7 sino que Dios es el juez; a uno humilla y a otro ensalza.
8 Porque hay un cáliz en la mano del Señor, y el vino fermenta, lleno de mixtura, y de éste El sirve; ciertamente lo sorberán hasta las heces y lo beberán todos los impíos de la tierra.
9 Pero yo lo anunciaré para siempre; cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
10 Quebraré todo el poderío de los impíos, pero el poderío del justo será ensalzado.
Isaías 23
1 Profecía sobre Tiro. Gemid, naves de Tarsis, porque Tiro ha sido destruida, sin casas y sin puerto; desde la tierra de Chipre les ha sido revelado.
2 Callad, moradores de la costa, mercaderes de Sidón; tus mensajeros cruzaron el mar,
3 y estuvieron en muchas aguas. Sus ingresos eran el grano del Nilo y la cosecha del río, y ella era el mercado de las naciones.
4 Avergüénzate, Sidón, porque habla el mar, la fortaleza del mar, diciendo: No he estado de parto, ni he dado a luz, no he educado jóvenes, ni he criado vírgenes.
5 Cuando la noticia llegue a Egipto, se angustiarán por las nuevas de Tiro.
6 Pasad a Tarsis; gemid, moradores de la costa.
7 ¿Es ésta vuestra ciudad divertida cuyos días se remontan a la antigüedad, cuyos pies solían llevarla a establecerse en lugares distantes?
8 ¿Quién ha planeado esto contra Tiro, la que concedía coronas, cuyos mercaderes eran príncipes, cuyos comerciantes eran los nobles de la tierra?
9 El Señor de los ejércitos lo ha planeado para abatir el orgullo de toda hermosura, para humillar a todos los nobles de la tierra.
10 Inunda tu tierra como el Nilo, hija de Tarsis, ya no hay más restricción.
11 Su mano ha extendido sobre el mar, ha hecho temblar los reinos; el Señor ha dado orden respecto a Canaán para que destruyan sus fortalezas.
12 El ha dicho: No te divertirás más, virgen oprimida, hija de Sidón. Levántate, pasa a Chipre; aun allí no hallarás descanso.
13 He aquí la tierra de los caldeos. Este pueblo no existía; Asiria lo designó para moradores del desierto. Ellos levantaron sus torres de sitio, despojaron sus palacios y la convirtieron en ruinas.
14 Gemid, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza.
15 Y acontecerá en aquel día que Tiro será olvidada por setenta años, como los días de un rey. Al cabo de los setenta años le sucederá a Tiro como en la canción de la ramera:
16 Toma la lira, anda por la ciudad, oh ramera olvidada; tañe hábilmente las cuerdas, canta muchas canciones, para que seas recordada.
17 Y sucederá al cabo de los setenta años que el Señor visitará a Tiro. Entonces ella regresará a su paga de ramera, y se prostituirá con todos los reinos sobre la faz de la tierra.
18 Y sus ganancias y su paga de ramera serán consagradas al Señor; no serán almacenadas ni acumuladas, sino que su ganancia llegará a ser suficiente alimento y vestidura selecta para aquellos que habiten en la presencia del Señor.
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