Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades reumáticas en su conjunto suponen la primera causa de incapacidad física en el mundo occidental. Por otro lado, más del 80% de la población adulta ha tenido lumbalgia alguna vez. Según las estimaciones, en Argentina, alcanzan a unas 320 mil personas. Como si fuera poco, el diagnóstico tardío puede derivar en una discapacidad irreversible.
Algunas causas de la cervicalgia
• Tener una mala postura mientras ve televisión o lee.
• Colocar el monitor de la computadora demasiado alto o bajo.
• Dormir en una posición incómoda.
• Levantar peso demasiado rápido o con mala postura.
• Caídas o accidentes.
• Ruptura de disco.
• Infección de la columna (osteomielitis, disquitis, absceso).
• Cáncer que compromete la columna.
La historia de vida de Fabiola Toy es de constantes conflictos y problemas de salud: “A los 13 años perdí a mi mamá. Crecí e intenté suicidarme. Soñaba tener una familia feliz, pero en vez de amar a mi marido, no soportaba que me tocara, lo quería matar. Luego, me desquitaba con mis hijos”, recuerda Fabiola.
El deterioro inevitable
Pero lo peor estaba por llegar: “Sufrí bulimia y anorexia. Comencé a tener mareos, no podía salir a la calle, perdía la vista. Fui al médico y dijo que tenía problemas en la cervical y en la columna. Ahí supe que necesitaría medicamentos y tratamiento de por vida. Mi problema iría empeorando, no iba a poder caminar”.
Estaba devastada, pero los conflictos continuaban. A eso se sumó un grave problema económico: “Sufrimos una estafa. Mi marido perdió el camión, el trabajo y el dinero que había invertido y se deprimió. Empezamos de cero. Intenté matarme nuevamente con un cuchillo, pero pensé en mis hijos”.
Fabiola perdió el norte, estaba enferma y en la quiebra. Cuando supo de la Universal no lo pensó demasiado: “Llegué escuché y obedecí, quería cambiar mi vida. No tuve miedo de hacer mi voto con Dios, tenía la seguridad de que Él me daría la respuesta.
Me recuperé de mi problema en la columna, estoy sana, al igual que superé mis desórdenes alimenticios. Mi familia y mi matrimonio están bendecidos tenemos nuestra casa. Mi marido compró otro camión, un vehículo, armamos nuestro emprendimiento y tenemos nuevos proyectos. Sabía que Dios me daría mucho más de lo que pedí”.