El acceso directo del ser humano a Dios tuvo un alto precio: el sacrificio del Señor Jesús. Y, aun así, muchas personas terminan por despreciar algo que costó tan caro, al dejar de hacer uso de ese derecho. Por eso, en todo momento, les piden oración a terceros e incluso sufren sin dirección, mientras que podrían ser guiadas y escuchadas por el propio Dios.
No desprecie ese inmenso privilegio. Usted puede hablar con Dios en cualquier momento y lugar. ¡Es gratis! Y, además, tiene la garantía de que Él lo escuchará.
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También puede meditar en Juan 16:24.