Marcela Arzamendia: “De un día para otro, mis padres se separaron. Mi papá era como mi dios, mi todo, en ese momento se me cayó un ídolo y me deprimí.
Intenté refugiarme en lo sentimental, pero terminó en un desastre. Comencé a encerrarme, no quería salir, ni siquiera hablar o bañarme. En un punto no tenía ganas de comer. Durante el día dormía y de noche me la pasaba despierta. Estaba muerta en vida.
Comencé a escuchar que golpeaban la ventana. Era como si una presencia estuviera allí. Pensé en matar a mi familia y me decía a mí misma ‘quitate la vida, nadie te quiere’.
La primera vez intenté cortarme las venas, pero no tuve el coraje para hacerlo. La segunda planeaba ahorcarme en mi pieza, terminar con todo para no sufrir; quería ver si así, mi familia me valoraba.
Hasta que vine a Buenos Aires por trabajo y mi tío me puso por condición ir a la Universal. Sin embargo, no cuidé mi vida espiritual, dudé de todo y empecé a estar mal, fue retroceder. Mi matrimonio terminó afectado.
Fue difícil reconocer que necesitaba ayuda. Gracias a Dios comenzó el propósito de la depresión y luché. En este tiempo viví experiencias difíciles, pero logré perdonar. Pude liberarme de la depresión, de los malos pensamientos y volví a creer en mí. Además, mi marido y yo estamos bien. Pasé momentos difíciles, pero mi relación con Dios está mejorando cada día, sé que el Señor me ayudó siempre y creo en Él”.
Quizás, muchas veces pensó que la depresión y usted son uno. No se resigne a que sea su compañera de vida, necesita alejarse porque, en realidad, es su enemiga. La depresión usa sus emociones, pensamientos y recuerdos para atacarlo.
Participe este viernes a las 12 h en el Templo de la Fe, Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más cercana a usted. Haga clic aquí y vea las direcciones de la iglesia.
Si usted quiere comunicarse con nosotros, puede hacerlo llamando al (011) 5252-4070.