“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33
La clave está en esta palabra: “buscad”.
La justicia no cae del cielo, ¡hay que buscarla!
En este mundo hay muchísimas injusticias por todos lados.
Y las injusticias causan indignación. Pero para que la justicia esté en nuestra vida tenemos que buscarla.
¿Qué es buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia?
Es hacer que el Señor Jesús sea el Único Señor y Rey de nuestra vida.
Desafortunadamente, las personas no hacen eso, no Lo ponen en primer lugar y ponen a su familia, a sus negocios antes que a Él.
No es que no deban amar a su familia, pero Jesús siempre debe estar por encima de ellos, Él debe ser el más importante, nada ni nadie puede estar antes que Él.
Cuando la persona busca en primer lugar el Reino de Dios pasa a tener derecho a todo lo que hay en él: paz, justicia, prosperidad…
Pero el Señor Jesús tiene que ser puesto en primer lugar en la vida.
Cuando la persona es diezmista y ofrendante está reconociendo que Él está en primer lugar.
Hay quienes colocan a alguien por encima de Él y por eso sufren.
Muchas mujeres ponen al marido por encima del Señor Jesús y con el transcurso del tiempo son cambiadas por una más joven.
Muchos padres ponen a sus hijos antes que al Señor Jesús y después son abandonados por ellos en un asilo.
Pero el Señor Jesús nunca va a hacer eso.
Él va a estar siempre, en las buenas y en las malas.
¡Jesús nunca abandona!
Si alguien dice: “Jesús o yo, ¡elige!”, la persona debe quedarse con Jesús. Él nunca la va a traicionar ni a desamparar.
¿Qué es ponerLo en primer lugar?
Es hacer todo para Él, para Su gloria. Es enriquecer y prosperar para glorificarlo.
¿Y qué es buscar la justicia?
Es vivir una vida justa, honesta.
Buscar dejar la mentira, la prostitución, el adulterio, todo lo que es injusto.
La justicia no viene sola, hay que buscarla.
Cuando la persona dice: “He vivido una vida terrible, pero estoy cansada, quiero una vida honesta, correcta, ya no aguanto más esta vida de falsedad e hipocresía. Señor, toma toda mi vida, todo mi corazón, quita todo pecado, me entrego por completo a Ti…”, la sangre de Jesús borra todos sus pecados y la transforma en una nueva criatura, aunque ella haya sido la peor persona de este mundo.
“…y todas estas cosas os serán añadidas”
¿Qué cosas son esas?
Hay quienes se preocupan por lo que van a comer y a vestir.
Cuando la persona entra al Reino de Dios, va a tener de todo.
Pero tiene que buscar este Reino, rendirse a Él.
No es entregarle la vida a la iglesia, sino al Señor Jesús.
Él es Quien transforma la vida.
Es Él Quien bautiza con Su Santo Espíritu y, cuando eso sucede, Dios está con la persona, adentro de ella, y ella tiene Su dirección.
Piense en eso.
Obispo Francisco Couto