“No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación.” Salmos 146:3
Muchos han puesto su confianza en príncipes, o sea, en gobernantes, en aquellos que tienen poder en la tierra.
Muchos han confiado en el hijo del hombre. La Palabra de Dios dice: “Maldito el varón que confía en el hombre…” Jeremías 17:5
Cuando una persona es sabia confía en Dios, que es el Único que puede salvar su vida, que va a estar a su lado en las buenas y en las malas.
Hay personas que cuando tienen un problema agarran el celular y llaman a uno y a otro, pero no se acuerdan de hablar con Dios, de cerrar la puerta de la habitación, doblar las rodillas y hablar con Él a solas.
“Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios, que hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que guarda la verdad para siempre, que hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos.” Salmos 146:5-7
Muchas personas buscan justicia en el hombre, en los tribunales terrenales, pero la justicia viene de Dios, de Su Trono.
¡El verdadero símbolo de la justicia es el Altar de Dios!
Si la persona ha sido víctima de injusticia, tiene que buscar la justicia en el Reino de Dios y no en el reino de los hombres.
El salmista David nos está enseñando aquí a colocar toda nuestra confianza en el Señor Jesús, que es Quien hace justicia en el momento adecuado.
Cuando la persona entrega todo en el Altar y pone en Él su confianza, es imposible que Dios no se manifieste en su vida.
“El Señor pone en libertad a los cautivos.
El Señor abre los ojos a los ciegos, el Señor levanta a los caídos, el Señor ama a los justos.” Salmos 146:8
Para ser justo hay que vivir una vida sin malicia, sin mentira, sin prostitución, sin rencores… y confiar en la justicia de Dios.
En la Universal no confiamos en el hombre, sino solamente en el Señor Jesús, y ponemos toda nuestra confianza y nuestra esperanza en Su Altar.
Su confianza y su esperanza no tienen que estar en una religión ni en una iglesia, sino solo en Dios. Y cuando hacemos del Señor Jesús el primero en nuestra vida, ¡Él hace Su Justicia!
Piense en eso
Obispo Francisco Couto