“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16
El amor de Dios es simbolizado a través de la entrega de Jesús en el calvario por nosotros.
Nuestro amor a Dios es simbolizado por la entrega a Él a través de la ofrenda.
Jesús fue la Ofrenda Alzada de Dios para salvarnos.
Todas las ofrendas son sagradas, sin embargo, la ofrenda alzada tiene un peso excelente, por encima de lo normal.
Para que entendamos mejor sobre la ofrenda alzada, vea lo que el rey David, que fue un hombre cuyo corazón era según el corazón de Dios, le dijo al profeta:
“Mira, yo habito en una casa de cedro, pero el Arca de Dios mora en medio de cortinas. Entonces Natán dijo al rey: Ve, haz todo lo que está en tu corazón, porque el Señor está contigo.” 2 Samuel 7:2-3
David tuvo ese discernimiento, pues mientras estaba en la comodidad de su hogar, su palacio, el Arca de Dios estaba guardada entre cortinas.
“…sucedió que esa misma noche la Palabra del Señor vino a Natán, diciendo: Ve y di a Mi siervo David: Así dice el Señor: ¿Eres tú el que Me va a edificar una casa para morar en ella? Pues no he morado en una casa desde el día en que saqué de Egipto a los hijos de Israel hasta hoy, sino que he andado errante en una tienda, en un tabernáculo…” 2 Samuel 7:4-7
Nadie, durante todos aquellos siglos, había pensado en construir una casa de cedro para colocar el Arca del Señor, que representa la Presencia de Dios.
Solamente David, obviamente dirigido por el Espíritu Santo, tuvo ese sueño, y Dios lo aprobó:
“Así dice el Señor de los Ejércitos: Yo te tomé del pastizal, de seguir las ovejas, para que fueras príncipe sobre Mi pueblo Israel… te daré reposo de todos tus enemigos, y el Señor también te hace saber que el Señor te edificará una casa.” 2 Samuel 7:8-11
A pesar de que David no construyó el Templo, porque tenía las manos sucias de sangre debido a tantas guerras, el proyecto inicial fue de él, para que después Salomón construyera el Templo. Además, David ofreció los recursos y su tesoro particular para la construcción.
Por libre y espontánea voluntad, David quiso edificar la Casa de Dios para colocar el Arca del Pacto. Este es el Espíritu de la ofrenda alzada.
Jesús fue la ofrenda alzada de Dios para la humanidad.
Y, hoy, el Señor Jesús espera que nosotros, Sus siervos, presentemos esa ofrenda alzada con liberalidad, sin que seamos obligados por cualquier otro motivo, a no ser por el deseo de agradar a Dios.