“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.”, (Salmos 40:8)
Cuando la Palabra de Dios es aceptada y considerada como un tesoro, su corazón se llena con un amor sinigual, por lo que usted La guarda para que nadie la quite de dentro suyo, pues esta es su comunión con Dios y lo será durante el resto de su vida eterna.
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