Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 20
1 Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos y veas caballos y carros, y pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos; porque el Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto está contigo.
2 Y sucederá que cuando os acerquéis a la batalla, el sacerdote se llegará y hablará al pueblo,
3 y les dirá: “Oye, Israel, hoy os acercáis a la batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón; no temáis ni os alarméis, ni os aterroricéis delante de ellos,
4 porque el Señor vuestro Dios es el que va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros.”
5 Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: “¿Quién es el hombre que ha edificado una casa nueva y no la ha estrenado? Que salga y regrese a su casa, no sea que muera en la batalla y otro la estrene.
6 “¿Quién es el hombre que ha plantado una viña y no ha tomado aún de su fruto? Que salga y regrese a su casa, no sea que muera en la batalla y otro goce de su fruto.
7 “¿Y quién es el hombre que está comprometido con una mujer y no se ha casado? Que salga y regrese a su casa, no sea que muera en la batalla y otro se case con ella.”
8 Entonces los oficiales hablarán otra vez al pueblo, y dirán: “¿Quién es hombre medroso y de corazón apocado? Que salga y regrese a su casa para que no haga desfallecer el corazón de sus hermanos como desfallece el corazón suyo.”
9 Y sucederá que cuando los oficiales acaben de hablar al pueblo, nombrarán capitanes de tropas a la cabeza del pueblo.
10 Cuando te acerques a una ciudad para pelear contra ella, le ofrecerás primero la paz.
11 Y sucederá que si ella está de acuerdo en hacer la paz contigo y te abre sus puertas, entonces todo el pueblo que se encuentra en ella estará sujeto a ti para trabajos forzados y te servirá.
12 Sin embargo, si no hace la paz contigo, sino que emprende la guerra contra ti, entonces la sitiarás.
13 Cuando el Señor tu Dios la entregue en tu mano, herirás a filo de espada a todos sus hombres.
14 Sólo las mujeres y los niños, los animales y todo lo que haya en la ciudad, todos sus despojos, tomarás para ti como botín. Comerás del botín de tus enemigos, que el Señor tu Dios te ha dado.
15 Así harás a todas las ciudades que están muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones cercanas.
16 Pero en las ciudades de estos pueblos que el Señor tu Dios te da en heredad, no dejarás con vida nada que respire,
17 sino que los destruirás por completo: a los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te ha mandado,
18 para que ellos no os enseñen a imitar todas las abominaciones que ellos han hecho con sus dioses y no pequéis contra el Señor vuestro Dios.
19 Cuando sities una ciudad por muchos días, peleando contra ella para tomarla, no destruirás sus árboles metiendo el hacha contra ellos; no los talarás, pues de ellos puedes comer. Porque, ¿es acaso el árbol del campo un hombre para que le pongas sitio?
20 Sólo los árboles que sabes que no dan fruto podrás destruir y talar, para construir máquinas de sitio contra la ciudad que está en guerra contigo, hasta que caiga.
Salmos 107
1 Dad gracias al Señor, porque El es bueno; porque para siempre es su misericordia.
2 Díganlo los redimidos del Señor, a quienes ha redimido de la mano del adversario,
3 y los ha reunido de las tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur.
4 Vagaron por el desierto, por lugar desolado, no hallaron camino a ciudad habitada;
5 hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos.
6 Entonces en su angustia clamaron al Señor, y El los libró de sus aflicciones;
7 y los guió por camino recto, para que fueran a una ciudad habitada.
8 Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
9 Porque El ha saciado al alma sedienta, y ha llenado de bienes al alma hambrienta.
10 Moradores de tinieblas y de sombra de muerte, prisioneros en miseria y en cadenas,
11 porque fueron rebeldes a las palabras de Dios y despreciaron el consejo del Altísimo;
12 humilló pues, sus corazones con trabajos, tropezaron y no hubo quien los socorriera.
13 Entonces en su angustia clamaron al Señor y El los salvó de sus aflicciones;
14 los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte y rompió sus ataduras.
15 Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
16 Porque El rompió las puertas de bronce e hizo pedazos las barras de hierro.
17 Por causa de sus caminos rebeldes, y por causa de sus iniquidades, los insensatos fueron afligidos.
18 Su alma aborreció todo alimento, y se acercaron hasta las puertas de la muerte.
19 Entonces en su angustia clamaron al Señor y El los salvó de sus aflicciones.
20 El envió su palabra y los sanó y los libró de la muerte.
21 Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
22 Ofrezcan también sacrificios de acción de gracias y pregonen sus obras con cantos de júbilo.
23 Los que descienden al mar en naves y hacen negocio sobre las grandes aguas,
24 ellos han visto las obras del Señor y sus maravillas en lo profundo.
25 Pues El habló, y levantó un viento tempestuoso que encrespó las olas del mar.
26 Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades, sus almas se consumían por el mal.
27 Temblaban y se tambaleaban como ebrios, y toda su pericia desapareció.
28 Entonces en su angustia clamaron al Señor y El los sacó de sus aflicciones.
29 Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron.
30 Entonces se alegraron porque las olas se habían aquietado, y El los guió al puerto anhelado.
31 Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
32 Exáltenle también en la congregación del pueblo, y alábenle en la reunión de los ancianos.
33 El convierte los ríos en desierto y los manantiales en secadales;
34 la tierra fértil en salinas, por la maldad de los que moran en ella.
35 Transforma el desierto en estanque de aguas, y la tierra seca en manantiales;
36 en ella hace morar a los hambrientos, para que establezcan una ciudad donde vivir,
37 y siembren campos, planten viñas, y recojan una cosecha abundante.
38 Los bendice también y se multiplican mucho, y no disminuye su ganado.
39 Cuando son disminuidos y abatidos por la opresión, la calamidad y la aflicción,
40 vierte desprecio sobre los príncipes, y los hace vagar por un yermo sin camino.
41 Pero al pobre levanta de la miseria y lo pone seguro en alto, y multiplica sus familias como un rebaño.
42 Los rectos lo ven y se alegran, pero toda iniquidad cierra su boca.
43 ¿Quién es sabio? Que preste atención a estas cosas, y considere las bondades del Señor.
Isaías 47
1 Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. Siéntate en la tierra, sin trono, hija de los caldeos, porque nunca más serás llamada tierna y delicada.
2 Toma las piedras de molino y muele la harina; quítate el velo, despójate de la falda, descubre tus piernas, pasa los ríos.
3 Será descubierta tu desnudez, también será expuesta tu vergüenza; tomaré venganza y no perdonaré a hombre alguno.
4 Nuestro Redentor, el Señor de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.
5 Siéntate en silencio y entra en las tinieblas, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán soberana de reinos.
6 Estaba enojado contra mi pueblo, profané mi heredad y en tu mano los entregué; no les mostraste compasión, sobre el anciano hiciste muy pesado tu yugo,
7 y dijiste: “Seré soberana para siempre.” No consideraste esto en tu corazón, ni te acordaste de su resultado.
8 Ahora pues, oye esto, voluptuosa, tú que moras confiadamente, que dices en tu corazón: “Yo, y nadie más. No me quedaré viuda, ni sabré de pérdida de hijos.”
9 Pero estas dos cosas vendrán de repente sobre ti en un mismo día: pérdida de hijos y viudez. Vendrán sobre ti en toda su plenitud a pesar de tus muchas hechicerías, a pesar del gran poder de tus encantamientos.
10 Te sentiste segura en tu maldad y dijiste: “Nadie me ve.” Tu sabiduría y tu conocimiento te han engañado, y dijiste en tu corazón: “Yo, y nadie más.”
11 Pero un mal vendrá sobre ti que no sabrás conjurar; caerá sobre ti un desastre que no podrás remediar; vendrá de repente sobre ti una destrucción que no conoces.
12 Permanece ahora en tus encantamientos y en tus muchas hechicerías en las cuales te has ocupado desde tu juventud; tal vez podrás sacar provecho, tal vez causarás temor.
13 Estás fatigada por los muchos consejos; que se levanten ahora los que contemplan los cielos, los que profetizan por medio de las estrellas, los que pronostican cada luna nueva, y te salven de lo que vendrá sobre ti.
14 He aquí, ellos se han vuelto como rastrojo, el fuego los quema; no librarán sus vidas del poder de la llama. No habrá brasas para calentarse, ni lumbre ante la cual sentarse.
15 Así han venido a ser para ti aquellos con quienes has trabajado, que han negociado contigo desde tu juventud; cada cual vaga por su camino, no hay nadie que te salve.
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