“Cuando era bebé, mi mamá se quiso suicidar conmigo en las vías del tren, porque había muchos problemas con mi papá, ese día él nos rescató, pero después se fue. Viví un tiempo con mi mamá, pero después me dejó en casa de extraños. Después de un tiempo de ir de casa en casa, volví a vivir con mi mamá y su pareja.
Fue peor porque él era alcohólico cuando tenía cinco años me apuntó con una pistola. Pasamos hambre, yo lloraba por los golpes, me acuerdo que me caía y la sangre quedaba en el piso, la espalda me quedaba marcada, nos daba comida vencida a propósito, cuando vomitaba la comida, él me pegaba y se reía. Yo tenía mucho odio, pensé en el suicidio, toqué fondo.
Llegué a la Iglesia con mi mamá. Entendí que no era una religión era entregarme a Dios o nada. No sabía cómo, pero sabía que Él iba a solucionar todo.
Gracias a Dios, todo cambió, conseguí trabajo, vivimos en un lindo lugar, mi mamá tiene trabajo, estamos muy bien, gracias al Señor Jesús”.
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