En la mitad del siglo pasado, varios estudiosos realizaron sus investigaciones acerca del poder que tiene la influencia de otros individuos en el comportamiento de una persona. El psicólogo Solomon Asch, experto en psicología social, demostró, a través de sus experimentos, que el ser humano puede ser inducido al error cuando es presionado socialmente.
A diario, las personas son motivadas a tomar malas decisiones. Generalmente, el mundo del entretenimiento ofrece producciones que incitan a la violencia, la infidelidad y la maldad. Mientras que las redes sociales ayudan a propagar la vanidad y el exhibicionismo. ¿Cómo salir ileso ante tanta presión? ¿cómo mantener los principios y no corromperse aun cuando el mundo propone lo opuesto?
El ser humano tiene la habilidad de influenciar, y también de ser influenciado. Esto ocurre porque vive en una sociedad, y cuando no cuestiona las actitudes de su entorno, las relaciones sociales pueden determinar su comportamiento. En definitiva, lo podemos resumir con un antiguo refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
¿Cómo ser libre?
Si las personas se autoevalúan y analizan su entorno, serán sabias para evitar caer en influencias que no añaden nada bueno a sus vidas.
Pensar y reflexionar es un paso importante, pero la práctica de la Palabra de Dios es imprescindible. No se trata de pertenecer a una religión, sino de tener la guía del Señor para tomar las decisiones correctas sin ser manipulado por alguien.
“… y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” Juan 8:31-3