Exámenes de salud positivos, plagas lanzadas, amenazas de muerte y todo lo demás que ha aterrorizado al corazón, son flechas venidas del infierno para confrontar la fe. Si la misma esta afirmada en la Palabra de Dios, nada de eso tiene valor. Pero si es emotiva, el corazón se asusta y se inclina ante los problemas.
Por eso mismo, el Espíritu advierte que no se les preste atención a las cosas visibles, sino a las invisibles. Porque las visibles son temporales y las invisibles son eternas. (2 Corintios 4: 17-18)
Ahora, cuando se tiene en cuenta la fe inteligente, no se acepta la semilla de duda ni se rinde a las tribulaciones “leves y momentáneas”, a pesar de que sean difíciles. Por el contrario, ¡existe una resistencia natural provocada por la convicción personal! De ahí nace la indignación de la exigencia del cumplimiento de la Palabra del Dios Eterno.
Eso significa ver lo invisible, creer en lo imposible, vivir de fe en fe y por la fe.
¿Quién puede entender eso si no ha nacido de Dios?