Para superar este caos instalado en el mundo entero, es necesario adherirse, lo más rápido posible, a la cuarentena (aislamiento).
Es decir, vivir separado de los agentes transmisores, para no contaminarse y salir ileso de esta situación.
La supervivencia física depende ahora de nuestra separación. Y con respecto a nuestra supervivencia espiritual, no es diferente.
Ella también depende de nuestra separación, de nuestra santificación.
“… y la SANTIDAD, sin la cual nadie verá al SEÑOR.” Hebreos 12:14
Imagínese si el cuidado y la inversión que existen hoy para no ser contaminado con el coronavirus, existieran también con relación a la vida espiritual.
Ahora, muchos les hacen caso a las orientaciones médicas, pero no les hicieron caso a las orientaciones bíblicas, no se separaron de los “agentes transmisores”, y fueron contaminados por el virus de los malos ojos, de la malicia, del rencor, del chisme, de la mentira, en resumen, del pecado ¡Y hoy están muertos espiritualmente!
Las Sagradas Escrituras nos enseñan sobre la necesidad de mantener no solo las manos limpias (Salmos 18:20), sino principalmente el corazón. Son Palabras del Señor Jesús:
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” Mateo 5:8
Es la separación, la santificación, la que mantiene nuestro corazón limpio.
Y así, hace posible ver a Aquel que es invisible.
Para eso, debemos vivir constantemente en una cuarentena espiritual.
Separados de todo y de todos los que no agregan nada a nuestra Salvación.