Hay un determinado factor preponderante en todos los fracasos matrimoniales: la inflexibilidad del corazón. El propio Señor Jesús lo alertó: “Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.” Mateo 19:7-8.
El matrimonio fue instituido por Dios desde el principio de la humanidad, por ende, el divorcio nunca fue Su plan. Tanto es así que en Malaquías 2:16 dice que Dios odia el divorcio.
Sin embargo, debido a la dureza del corazón humano y a la insistencia del error dentro del matrimonio de muchas personas, Dios permitió el divorcio. No porque Él esté de acuerdo con este acto, sino para aliviar el sufrimiento del que está siendo lastimado por la dureza de corazón del otro, que es la raíz de todos los problemas matrimoniales.
Muchas personas no se dan cuenta de que son inflexibles cuando se mantienen en una misma postura y se resisten a cambiar. Esta actitud demuestra que por detrás de ellas hay orgullo.
Si su matrimonio está en crisis y desea recuperarlo, trabaje en su interior y deseche las actitudes inflexibles que lastiman a su cónyuge. Entienda que no debe quitarle el derecho a su pareja de que sea diferente a usted.
Por otro lado, si usted es humilde para reconocer sus errores, Dios promete cambiar su corazón:
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” Ezequiel 36:26