La compulsión por las compras puede ser uno de los efectos colaterales de las transformaciones generadas por la pandemia. Por eso, es necesario estar atento para no extrapolar con los gastos, contraer deudas, e incluso desarrollar un trastorno mental.
En los Estados Unidos, una investigación hecha por la OnePoll, a pedido de la plataforma de ventas Slickdeals, indicó que las compras por impulso crecieron un 18 % entre los consumidores del país. Mientras que alrededor del 25 % afirma haber comprado algo para sí mismo, el 18 % invirtió en ítems para la casa.
Una encuesta realizada por la empresa de análisis de crédito Credit Karma mostró que el 35 % de los norteamericanos compraron algo por impulso, recientemente, a causa del estrés causado por la pandemia.
Alivio pasajero
La psicóloga clínica Danielle Bassi explica que las compras en exceso pueden ser un intento de gratificación emocional. “En este momento de anormalidad, las personas intentan buscar un alivio para la ansiedad y la angustia. Sin embargo, la compra por impulso solo produce una ilusión de bienestar, porque el efecto es de corta duración y, luego, el deseo de comprar vuelve otra vez”, dice.
La psicóloga clínica y neuropsicóloga, Veruska Ghendov, añade que la sensación de vacío puede conducir a las compras descontroladas. “La pandemia demanda un gasto emocional muy intenso. Cuando las personas se sienten ansiosas y con miedo, sienten un proceso interno de vaciamiento muy fuerte y la compra puede generar esa sensación emocional de satisfacción. Al comienzo de la pandemia, muchas personas almacenaron papel higiénico y artículos básicos, probablemente, para tratar de llenar el miedo con algo que, en sus cabezas, les traería seguridad”, afirma.
¿Cómo identificarlo?
Las especialistas dicen que es importante observar los propios hábitos de consumo y hablar con familiares y amigos. “Uno de los puntos es verificar sus movimientos bancarios y observar sus gastos. Vea si usted empezó a tirar cosas, si hay desperdicios o si tiene productos en stock. Además, escuche a las personas que están con usted”, orienta Danielle.
Para el que tiene algún familiar que está comprando por impulso, la sugerencia es dialogar sin agresividad. “Ofrezca orientación y auxilio. Mire a los ojos de la persona, explique lo que está sucediendo, trate de mostrar los prejuicios que ese comportamiento puede generar. No sirve de nada maldecir o descalificar”, recomienda Veruska.
Raíces
Veruska sugiere que la persona busque entender lo que está por detrás del impulso de comprar. “Nosotros necesitamos buscar las raíces, las causas de nuestras limitaciones. Si la persona siente miedo, angustia, vacío, necesita trabajar en eso para encontrar el equilibrio en su proceso emocional.
De esta manera, cuando tenga el deseo de compensar ese sentimiento, sabrá administrarlo mejor y buscar otra solución, como: desahogarse, hacer ejercicio físico, reforzar los vínculos, etc.”, detalla.
Ella enseña un ejercicio para identificar las propias emociones. “La persona necesita aprender a mirar hacia su propio interior y amarse un poco más. Una técnica es agarrar una hoja de papel y anotar todas las inquietudes que está sintiendo en el momento. Así, usted saca las emociones de su interior y puede observar mejor sus sentimientos y frenar algunos comportamientos, como el de comprar.”
Perjuicios
Veruska dice que las compras por impulso pueden generar perjuicios emocionales. “La persona puede sentir culpa, y este desgaste emocional tiende a conducir a procesos como ansiedad generalizada, depresión y síndrome del pánico.”
Danielle relata otros problemas. “El impulso por comprar puede volverse una compulsión y después un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) de manera muy rápida. Además, puede generar problemas económicos y familiares.”
¿Qué hacer?
Danielle da consejos prácticos para frenar el impulso por las compras: “Antes de comprar, es importante hacerse algunas preguntas: ¿lo necesito? ¿Lo necesito ahora? ¿Busqué, por lo menos, en tres negocios? ¿La compra comprometerá mi presupuesto? Además, el que tiene la predisposición de comprar debe eliminar de su celular las aplicaciones de compras, salir de los e-mails con ofertas y evitar la navegación en las páginas de compras. Si es necesario, pida que algún familiar o amigo haga sus compras.
Antes de ir al supermercado, haga una lista; otra opción es llevar solo el dinero necesario y dejar las tarjetas bancarias en casa”, enumera.
Buscar ayuda también es importante. “Las personas necesitan saber por qué están comprando, si eso es una necesidad real o emocional. El apoyo psicológico en el comienzo del problema evita que se vuelva crónico”, concluye Veruska.