Pueden parecer iguales, pero no lo son. Pueden proceder de la misma manera, pero con diferentes intenciones. Descubra, a continuación, quiénes son y verifique en qué grupo usted está.
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.” 1 Corintios 15:45-46
Todos los seres humanos nacen con la naturaleza emocional, lo que la Biblia denomina “alma viviente”. Pero, si no son transformadas en “espíritu vivificante”, estarán condenadas a la muerte eterna. No obstante, el único que puede hacer esta conversión es el Señor Jesús.
Alma vs. Espíritu
En la tierra, hay dos grupos de personas: las que nacieron de la carne y las que nacieron del Espíritu Santo (Juan 3:6).
Las personas carnales están sujetas a las cosas del mundo: desean suplir todas las carencias del alma, piensan solamente en lo material y sus comportamientos responden a sus sentimientos. En otras palabras, viven en función del pecado. En cambio, las personas espirituales se incomodan con la práctica del mal. Asimismo, por tener el carácter de Dios en su interior, desean agradarlo en todo momento.
Este tema es muy delicado: de los dos grupos, uno pasará la eternidad en el infierno y el otro, en el cielo. Lamentablemente, debido al pecado y a la falta de arrepentimiento, una gran parte de la humanidad se está dirigiendo al abismo.
Autoevalúese
Tómese unos minutos y respóndase a sí mismo: ¿Su naturaleza ha sido carnal o espiritual? ¿Cómo ha sido su forma de pensar y de actuar? ¿Ha querido agradar a Dios o a sí mismo? ¿Cuál ha sido su verdadera intención?
Si usted notó que ha sido un “alma viviente”, entonces entregue su vida al Señor Jesús y Él hará de usted un “espíritu vivificante” y, solo así, tendrá la salvación eterna.