Así como los frutos revelan si un árbol es bueno o malo, del mismo modo, las actitudes y el comportamiento demuestran lo que una persona realmente es. Por lo tanto, para conocer a los demás y a sí mismo, solo es necesario observar cuáles son sus frutos.
En una oportunidad, el Señor Jesús alertó:
“Guardados de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:15-20).
Si bien el Señor habló especialmente sobre los falsos profetas, este sabio consejo sirve para todos: las apariencias pueden engañar, pero la conducta no. Porque nadie puede generar frutos a través de la fuerza, ni mucho menos sostenerlos con el paso del tiempo.
Las actitudes y el comportamiento determinan lo que hay en el interior de una persona. Generalmente, cuando el ser humano pasa por alguna adversidad o logra algo, los frutos se hacen más evidentes. Es decir, sus reacciones demuestran quién es verdaderamente. Sin embargo, muchos solo están preocupados con mantener las buenas apariencias y, por eso, gastan todas sus energías en cuidar la estética, en obtener una profesión de renombre, o en tener más dinero, pero se olvidan de que esos logros tienen una fecha de vencimiento.
Analice
Esta lección siempre se debe tener en cuenta, ya sea, por ejemplo, para comenzar una relación amorosa, entablar amistades y, principalmente, para conocerse a sí mismo: son los frutos los que mostrarán, en un determinado período de tiempo, si el árbol es bueno o malo.
Si notó que sus frutos no demuestran el carácter del Señor Jesús, es porque en su interior falta el Espíritu Santo. Solo a través de Él, tendrá la esencia del Señor y dará Sus frutos con total naturalidad.
“Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:8).