La oración del Padre nuestro es la más conocida del mundo, pero no por eso es comprendida. Jesús mandó a orar el Padre nuestro y aquí usted entenderá cómo es:
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre”.
La adoración es esencial para que podamos entrar en la presencia de Dios en oración. Enriquece nuestra humildad, muestra la sinceridad de nuestra alma, honra y exalta aún más a nuestro Señor. El Altísimo es un Padre Santo, por eso, Sus hijos también deben andar en santidad.
¿Qué es la santidad? Es estar separado de la malicia, de la suciedad de este mundo.
“Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”.
Ese debe ser nuestro mayor deseo en todo lo que Le pedimos al Señor. La voluntad Divina debe estar por encima de nuestros intereses, pues el Altísimo sabe lo que es mejor para nosotros.
Hay personas que dicen: “Hágase Tu voluntad…”, y cuando Dios quiere hacerla, hacen lo que les parece, y por eso sufren.
Si pedimos algo injusto, no seremos atendidos. Cualquier pedido que no tenga la finalidad de glorificar al Todopoderoso, no es de Su voluntad.
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”.
Debemos pedirle a Dios solo lo necesario para cada día sin preocuparnos por el día siguiente.
Él suple cada necesidad de los que viven en Su dependencia y les concede a diario no solamente el alimento para el cuerpo, sino también la salud, la paz, la protección y, sobre todo, Su Palabra, que trae ánimo y coraje para que sigamos adelante.
En el desierto, Él enviaba cada mañana el Maná para que Su pueblo se alimentara y se sustentara.
“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
Tenemos que ser conscientes de que es necesario ofrecer el perdón para que podamos recibirlo. Hay personas que Le piden perdón a Dios por sus pecados, pero no perdonan a quienes las ofendieron de alguna manera.
De aquella mujer que regó Sus pies con sus lágrimas Jesús dijo:
“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama” (Lucas 7:47).
Aquel que da, recibe.
“Y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal; porque Tuyo es el Reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
El diablo trabaja todo el tiempo con la finalidad de destruir a los que son de Dios”.
No podemos vencer sus tramas y sus trampas por nosotros mismos, por eso, necesitamos seguir el consejo del Señor Jesús y orar al Padre, a fin de que Él nos dé fuerzas para que podamos soportar y vencer las tentaciones.
Participe del Santo Culto todos los domingos, a las 9:30 h, la Universal más cerca de su domicilio.
Debido a las recientes medidas sanitarias que rigen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en el Área Metropolitana, las iglesias permanecen cerradas. Si usted reside en esta zona, podrá participar a la misma hora por:
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