La Palabra de Dios divide a las personas en solo dos grupos: las que son salvas y las que no lo son. Observe:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado,” Marcos 16:16.
Para algunos, estas palabras del Señor Jesús pueden sonar radicales. Pero, desde el comienzo de la humanidad, el ser humano es el único responsable del destino de su propia alma.
“Esta opción se dio cuando Adán y Eva decidieron desobedecer al Altísimo. Cuando Él los creó, solo conocían lo que era bueno, pero, cuando tocaron el fruto del árbol de la vida, también conocieron lo malo. A partir de ese momento, tuvieron que elegir lo que querían, cada uno era dueño de su propia vida. Por eso, nació una humanidad corrupta, desobediente, llena de problemas”, enseña el obispo Edir Macedo.
Defina sus prioridades
Durante una reunión de domingo realizada en la ciudad de Porto, en Portugal, el obispo explicó que lo que impide que alguien garantice su Salvación es priorizar cosas o personas, en lugar del Señor Jesús. Lea Marcos 10:17-23.
“Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a Sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!”, Marcos 10:23.
“Lo que condena a las personas al infierno no es tener bienes. No solo las riquezas materiales son las que impiden o dificultan la conquista de la Salvación, sino el hecho de no poner al Señor por encima de todo. Al fin y al cabo, sin eso, con toda la seguridad, será siervo/a de otras cosas”, dijo.
La decisión correcta
Muchas personas se sienten divididas al considerar que la vida en este mundo es lo más importante. Sin embargo, el obispo recordó que todo en esta tierra tiene fecha de vencimiento.
“No es suficiente resolver sus problemas materiales o físicos. Jesús dio Su vida para salvar su alma, porque es eterna. Tarde o temprano descenderemos a la sepultura y todo se quedará por ahí y ninguna de esas cosas vale su Salvación”, advirtió.
“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”, Marcos 8:36.
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