“Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos esclavas y a sus once hijos, y cruzó el vado del río Jaboc. Una vez que lo habían cruzado, hizo pasar también todas sus posesiones, quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer”. Génesis 32:22-24
Jacob se quedó solo porque tenía que resolver algo con Dios. Había engañado a su padre, a su hermano y ya no quería ser así. Y entonces, cuando se quedó solo, Dios apareció. Dios conoce nuestra intención, ¡Dios sabe hasta cuántos cabellos tenemos en la cabeza! Nosotros no lo sabemos, pero Él lo sabe.
“Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y esta se le dislocó mientras luchaban”. Génesis 32:25
El ángel hirió a Jacob, y él tenía mucho dolor, pero no desistió, no dejó de luchar. Muchas veces somos heridos, pasamos por luchas, pero no por estar heridos vamos a tirar la toalla, porque luchar aun heridos es lo que hace que Dios nos bendiga. ¿Ya se detuvo a pensar en el dolor que habrá sentido Jacob con la cadera dislocada? Quizás usted ha estado herido por muchas cosas, por lo que dijeron, por lo que le hicieron, pero no debe desistir.
Jacob podría haber dicho: “No puedo más, no aguanto más…” No. No diga nunca eso, ¡con Jesús usted lo puede todo! Si usted está herido ¡puede seguir luchando con las fuerzas que le restan! Todos aquí ya fuimos heridos. ¿Sabe lo que es escuchar que somos ladrones? El Obispo Macedo estuvo en la cárcel injustamente. Satanás trabaja para que nos desanimemos, y somos heridos, ¡pero no vamos a dejar de luchar porque Dios va a darnos la victoria! Participar en la Hoguera Santa es no dejar de luchar. Dios no es Dios del pasado, es de hoy y de siempre.
“Entonces el hombre le dijo:
—¡Suéltame, que ya está por amanecer
—¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob.
—¿Cómo te llamas? —le preguntó el hombre.
—Me llamo Jacob —respondió.
Entonces el hombre le dijo:
—Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”. Génesis 32:26-28
Jacob ya no tuvo miedo de su hermano, se reconcilió con él. Y después de haber luchado dijo: “Vi a Dios cara a cara y mi alma fue salva”. Dijo eso porque recibió la Salvación. Incluso él cambió el nombre de ese lugar de Jaboc a Peniel.
¿Cuándo uno ve a Dios cara a cara? Cuando está dispuesto a cambiar. Cuando se entrega y se rinde. Ahí Dios aparece y le da Su Salvación y cambia su vida.
Dios aún no era el Dios de la vida de Jacob pero, cuando él se vació, Dios lo llenó y se comenzó a decir “Dios de Abraham, de Isaac y de Israel”, que fue el nuevo nombre que Dios le dio a Jacob. Eso es lo que Dios va a hacer con usted.
Lea el Salmo 50 del versículo 16 al 23:
“Pero Dios le dice al malvado: «¿Qué derecho tienes tú de recitar Mis leyes o de mencionar Mi pacto con tus labios? Mi instrucción, la aborreces, Mis palabras, las desechas. Ves a un ladrón, y lo acompañas; con los adúlteros te identificas. Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño. Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano. Has hecho todo esto, y he guardado silencio; ¿acaso piensas que Soy como tú?
Pero ahora voy a reprenderte, cara a cara voy a denunciarte. «Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los salve. Quien Me ofrece su gratitud, Me honra; al que enmiende su conducta le mostraré Mi Salvación»”.
El Señor está diciendo: “Al que se enmiende, se corrija, y deje de hacer lo que es malo, ‘le mostraré Mi Salvación’, pero con los que desechen Mi Palabra, no hay manera”.
Jacob enmendó su conducta y por eso fue salvo. Jacob quiso cambiar.
Piense en eso.
Dios le bendiga.