“Sea usted mismo”, ¿quién nunca escuchó a alguien decir eso? De hecho, esta frase es tan atrayente que algunas empresas la usan en sus campañas de marketing. Sin embargo, como en todas las cuestiones de la vida, las palabras que queremos escuchar no siempre suelen ser verdaderamente buenas.
Cuando el ser humano complace sus deseos y no le importa siquiera si alguien resulta perjudicado por sus decisiones, se convierte en un verdadero narcisista, capaz de realizar locuras con tal de cumplir lo que sus instintos emocionales le dictan. Dicho de otro modo, se vuelve su propio dios.
Amantes de sí mismas
Lo que más llama la atención es que esta conducta es una señal de que el fin de los tiempos está cerca. A continuación, lea lo que dice la Sagrada Escritura sobre este tema:
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos…”, 2 Timoteo 3:1-2.
¿No es así como las personas se comportan actualmente? En nombre de su autoestima, algunas llegan a rendirle culto a su propia imagen, son egocéntricas, orgullosas, quieren ser el centro de atención, no reconocen cuando se equivocan y no tienen empatía por las demás.
Lo que muchas no saben es que el peor enemigo del ser humano es él mismo, porque su naturaleza siempre querrá hacer lo que está mal, y las consecuencias son inevitables. ¿Cuántos problemas estas personas se ahorrarían si en lugar de querer ser ellas mismas buscaran tener las cualidades del Señor?
La mente de Cristo
Durante tres semanas, del 1 al 21 de agosto, las personas que participen del Ayuno de Daniel estarán enfocadas en tener los pensamientos del Señor y dejarán de lado el pecado, incluso aquello que las hace creerse autosuficientes. De esta manera, podrán estar aptas para tener una nueva naturaleza, la de Cristo.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad, ” Efesios 4:22-24.