¡Buenas tardes, Obispo!
Participando de la Reunión de Pastores con usted, recordé el siguiente versículo:
“La bendición del Señor es la que enriquece; y no añade tristeza con ella.” Proverbios 10:22
Cuando oramos, Le pedimos a Dios la bendición y Él nos oye, pero el diablo también.
Muchas personas obtuvieron o conquistaron algo que, al principio, parecía ser una bendición de Dios, pero en realidad era la propia maldición del diablo.
Casamientos, negocios, asociaciones, trabajos, ascensos … que en un principio trajeron alegría, pero después solo tristeza, decepciones, lágrimas …
La verdadera bendición nos trae paz, alegría y, sobre todo, certeza, pues proviene de la misma fuente de la fe, de Dios.
Aunque algunos usen el mismo término (bendición) para aquellas cosas que al principio traen placer, el fin de ellas es dolor y tristeza, pues provienen de la misma fuente del mal, del diablo.
El diablo quiso engañar al Señor Jesús en la tentación en el desierto (Mateo 4: 1-11).
Y hoy muchos son engañados con esa “falsa bendición”, y su fin es de dolor y amargura.
Por eso, el Único que puede ayudarnos a discernir la bendición de la maldición es el Espíritu Santo.
“Pero cuando venga el Espíritu de Verdad, Él os guiará a toda la verdad…” Juan 16:13
Aproveche la oportunidad en el Ayuno de Daniel.