“Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida”. Lucas 12: 35-36
La lámpara es el Espíritu Santo que guía su vida. Ceñir el lomo es estar preparado, santificado, haciendo lo que Le agrada a Dios y deshaciéndonos de lo que Le desagrada. No sabemos cuándo va a venir el Novio, ¡por eso tenemos que estar preparados todo el tiempo!
“Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos…” Lucas 12:37-38
No importa si tarda un día, un mes o un año, no importa el horario. Quien Lo espera cuida su vida espiritual todo el tiempo.
“Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y NO DEJARÍA MINAR SU CASA”. Lucas 12:39
Si la persona sabe que tal día a tal hora llegará alguien a su casa, tomará todas las precauciones para estar preparada. Imagínese nosotros que estamos las 24 horas del día preparándonos para estar un día con Jesús y para que nuestra alma sea salva, ¡más atención tenemos que prestar, más preparados tenemos que estar! ¿Qué hemos hecho para salvar nuestra alma?
“…no dejaría minar su casa”.
El diccionario dice que minar es “destruir poco a poco”. El diablo no derriba a una persona de la noche a la mañana, la va debilitando, consumiendo, destruyendo poco a poco. Un edificio, por más bonito y fuerte que sea, si tiene un agujerito, una pequeña grieta, tarde o temprano se derrumba. Es la persona quien tiene que decidir que su casa no sea minada. Si no nos cuidamos, vamos a desgastarnos y a perdernos. Hay que estar atentos todo el tiempo, esperando al Novio y sin debilitarse, leyendo la Biblia, ayunando, protegiendo el Bien Mayor.
¿En qué piensa la persona que es novia? En casarse, en abandonar la casa paterna para vivir con quien se casó. ¿No es eso lo que estamos esperando? ¡Dejar el mundo y vivir con Él! ¿Hay la misma santidad que antes, respeto por las cosas de Dios como antes? Si no es así, nuestra casa está siendo minada. Recuerde que el diablo va desgastando poco a poco, ¡poco a poco! Por eso Jesús nos pide vigilancia constante.
Cada uno debe cuidar su propia vida. No deje que nada ni nadie mine su casa, porque usted necesita muchas cosas, ¡pero la más importante es la Salvación!
Puede ser que usted no tenga la misma fuerza física de antes, el cuerpo se va debilitando con los años, el cuerpo físico va a pasar, pero lo más importante es su interior, su vida espiritual. No se trata de ser fanático, sino de estar atento a su alma. Y cada uno se conoce a sí mismo.
Haga un autoexamen ahora y vea si hay algo o alguien minando su casa. Si lo hay, ¡resuelva ese problema!
Piense en eso.
Dios le bendiga.