El ser humano ha sufrido muchos dolores, miseria, enfermedades, tristezas, depresión, etc. Sin embargo, nada de esto puede ser comparado a los días que aún están por venir…
En la revelación dada al profeta Daniel, podemos imaginar lo que sucederá inmediatamente después del arrebatamiento de la iglesia de Jesús.
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de angustia cual nunca hubo desde que existen las naciones hasta entonces; y en ese tiempo tu pueblo será librado, todos los que se encuentren inscritos en el libro.” Daniel 12:1
Si ya es vergonzoso y humillante llegar a un lugar y no poder entrar por no estar en la lista de invitados, imagínese cómo será la entrada al cielo.
“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno.” Daniel 12:2
Aquellos que estén inscritos en el libro (pueblo de Dios), además de no padecer los males que están por venir, podrán disfrutar de la eternidad junto al Señor de su alma en el cielo.
¿Qué hacer para tener el nombre escrito en el libro y no quedarse afuera?
Entregarle su alma a Aquel que la compró, independientemente de quién sea usted o de lo que haya hecho mal. Al igual que el ladrón que estaba en la cruz, decida aún en vida si quiere o no subir con Jesús a los cielos. Al hacerlo, usted será lavado y redimido por la sangre del Señor Jesús para glorificarlo en la eternidad.
“Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.” Apocalipsis 5:9
¡Dios los bendiga abundantemente!