“Entonces el profeta Semaías vino a Roboam y a los príncipes de Judá que se habían reunido en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: Así dice el SEÑOR: «Vosotros me habéis abandonado, por eso también Yo os abandono en manos de Sisac». Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: Justo es el SEÑOR. Cuando el SEÑOR vio que se habían humillado, vino la Palabra del SEÑOR a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré, sino que les concederé cierta libertad y Mi furor no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac. Pero serán sus siervos para que aprendan la diferencia entre servirme a Mí y servir a los reinos de los países.” 2 Crónicas 12:5-8
Una vez más, Israel no confió ni obedeció la voluntad de Dios.
Por eso quedó en manos de Sisac, rey de Egipto; que invadió Israel y se apoderó de todo.
Vea que el pueblo de Israel, concientizado por el profeta, se arrepintió y se humilló ante Dios, pero esto no lo salvó de cosechar las consecuencias.
Dios perdonó, garantizó socorro, pero por un tiempo dejó al pueblo sirviendo a Sisac, ¡para que pudieran ver la DIFERENCIA entre servirle a ÉL y servir a los reyes y reinos de este mundo!
¡No hay manera! Santo o impuro, fiel o infiel; ¡todos verán en sus vidas la DIFERENCIA entre servir a Dios o a alguien más!