En la noche de este último miércoles, en Curitiba, Paraná, el obispo Edir Macedo realizó la Escuela de la Fe Inteligente. La reunión quedó marcada por la dirección espiritual que se les dio a los presentes.
Apenas comenzó la reunión, el obispo destacó la diferencia entre el alma y el espíritu, también recordando al cuerpo, que completa la trinidad que Dios nos concedió.
Para esto, es imprescindible comprender la función de cada uno. Es decir, el alma es la que siente dolor, la que se alegra, la que expresa los deseos de la persona, y ella es eterna. El cuerpo (materia) perece con el tiempo, sin embargo, el alma durará para siempre, en el cielo o en el infierno. Por esta razón, es muy importante que la cuidemos. El espíritu, a su vez, es todo lo referente a nuestro intelecto.
“El Señor Jesús enseña que la persona insensata es la que no razona”, dijo el obispo, y siguió: “… es decir, la que no piensa en las cosas espirituales, cree que la conquista de mucho dinero, éxito, es suficiente para satisfacer el alma”, alertó, mientras leía todo el pasaje bíblico de Lucas 12:16-20, que dice:
“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”
Observe que Dios considera necio al que piensa como este hombre rico mencionado en el versículo de arriba. En otras palabras, todos los que le dicen a su propia alma: “Descansa, come, bebe y alégrate” es porque (creen) que no necesitan nada más.
A lo que reiteró el obispo: “Amigos míos, cuando predico el Evangelio, cuando enseño, me siento responsable por su alma, porque me pongo en su lugar. Estoy aquí para decirle la verdad, si usted quiere, gracias a Dios, si no quiere, paciencia. Mi principio es llevar la Verdad que libera”, señaló, dejándoles una pregunta a todos:
“¡Mire hacia su alma! Cada minuto que pasa es un minuto menos de vida que tenemos. Y la pandemia ha demostrado que no hay joven, viejo, rico o pobre: todos moriremos, tendremos nuestras almas separadas del cuerpo.” Y la pregunta que queda es: “¿Usted está seguro de adónde irá su alma? ¿Al descanso con Dios o al infierno?”.