¿Quién puede negar que una buena risa o incluso una suave y sincera sonrisa hace bien? La ciencia lo comprueba
Sonreímos cuando logramos algo, en momentos felices y agradables. ¿Pero cuando la sonrisa no es solo una consecuencia, sino que también genera bienestar?
¿Y reír? ¿Por qué nos sentimos bien cuando nos provocan unas buenas risas, ya sea al escuchar un chiste, a causa de un hecho involuntariamente cómico o una película de comedia? La que responde esta pregunta es la psicóloga Doralina Marcon, de Florianópolis, Santa Catarina, que trabaja en Espaço Viver Psicologia: «¿Usted ya escuchó la expresión “la risa es la mejor medicina”? Por más que usted piense que no puede reírse en determinadas situaciones, esta expresión no está del todo equivocada».
Doralina lo explica mejor: «No es de ahora que a la risa se la considera un disparo de sustancias que actúan en el cuerpo como un analgésico natural. Y créanme, hay investigaciones que indican que un niño puede reír 300 veces al día, mientras que los adultos, en promedio, solo 20 veces. Sus risas de hoy hacen toda la diferencia en su salud y en sus relaciones. Una linda risa trae la liviandad que necesitamos para enfrentar las dificultades del día a día.
Una investigación realizada por la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, comprueba lo que la experta dijo: el buen humor realmente fortalece el sistema inmunológico, ayuda en la prevención de enfermedades, incrementa la energía y, además, es un antídoto para el estrés y los dolores (puede reducir la sensación de dolor hasta un 10 %). Las risas y las sonrisas frecuentes mejoran el desempeño cardiovascular e incluso el desempeño sexual, según los investigadores británicos. ¿Es o no es, a su vez, causa y efecto de más sonrisas?
Reír también produce buenos efectos en la carrera, según la investigación inglesa: los profesionales con buen humor tienen más facilidad de adaptación, lidian mejor con las dificultades, tienen buena memoria y en el aprendizaje rinden más, ya que aquí entra el tal «antídoto» para el estrés y sus efectos desbastadores en la mente y en el cuerpo. La Biblia ya decía hace milenios que es necesario aprovechar bien el tiempo de reír (Eclesiastés 3:4).
Doralina recuerda que la risa es contagiosa. «Cuanto más se ría la persona, más libera endorfina y desencadena la liberación de sustancias como la dopamina, que produce una sensación de placer; la serotonina, que hace que nos sintamos importantes; y la oxitocina, que genera una sensación agradable cuando recibimos el abrazo de una persona por la que tenemos afecto. Y, cuantas más sustancias de estas se liberen, mayor será la posibilidad de que la persona sonría», nuevamente es causa y efecto.
¿Por qué dejamos de reír?
La pregunta anterior llega a ser cómicamente triste (sí, esto es posible) en este texto, sin embargo, Doralina fue detrás de la respuesta: «Hace un tiempo que el mundo adulto relaciona la risa con la irresponsabilidad, la infantilidad, la desorganización y la pérdida de tiempo. Vivimos, hace mucho, en la era de la seriedad como sinónimo de madurez».
No obstante, parece que los tiempos están cambiando, analiza: «Hoy sabemos que las bromas, la risa y el buen humor son los ingredientes esenciales para la liberación de la potencia que hay dentro de cada uno de nosotros. Son actitudes que agudizan el desarrollo del sentido crítico y de nuestra capacidad de reflexión. Es un estímulo para la imaginación, la formación de nuevas ideas y la construcción de proyectos». Como prueba de esto hay, hace siglos, textos y programas humorísticos que hacen pensar en la realidad bajo la luz del humor.
La psicóloga observa que, «si cualquier estado de humor puede ser contagioso, ¿por qué la risa no tendría el mismo poder? Por lo tanto, hagamos lo siguiente: cambiemos las caras largas por unas buenas risas», finaliza.
Sonrisa del espíritu
El que vive la vida espiritual en plenitud, por ejemplo, ya se vio sonriendo simplemente al pensar en Dios o al conversar con Él en oraciones sinceras.
Sí, podemos sonreír por la gracia de Dios y porque tenemos acceso a Su Palabra y a Su presencia en nuestras vidas cuando todo está bien y cuando todo está mal, justamente para que todo esté bien de nuevo: «Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir» Proverbios 31:25.
Por estas y otras razones, no se sorprenda si, al terminar de leer este texto, usted tiene una sonrisa en su rostro. Hay buenos motivos para eso.