“¿Cómo puedo ayudar a un adicto a las drogas si nunca las consumí?”; “No conocí el mundo, no tengo experiencia. ¿Cómo puedo aconsejar a otras personas?”; “¿Cómo seré usado/a para salvar si no sé cómo es la vida sin la presencia de Dios?”. Esas frases y muchas otras pasan por la cabeza de los jóvenes que nacieron dentro de la iglesia o se convirtieron en su infancia. Piensan que, por no haber sufrido en el mundo, no tienen testimonio o no pueden ayudar a nadie.
Vinicio dos Santos do Nacimiento (foto abajo), de 19 años, fue uno de los que pensaban así. Hijo de miembros de la Universal, desde los 3 años de edad, él escuchó sobre la salvación y permanece hasta hoy sin nunca haberse apartado de la presencia de Dios. Pero eso no le impidió tener pensamientos como los descriptos anteriormente. “Pasé por la EBI, GF Teen, FJU y hoy soy obrero, pero hubo una época en la que pensaba que no tenía un testimonio completo, ya que nunca tuve una experiencia con el mundo. Eso, a veces me frustraba”, recuerda.
La estudiante Bruna Almeida Nazareth (foto más abajo), de 19 años, también pasó por la misma experiencia. Hija de obreros y frecuentadora de la Universal desde niña, fue inevitable no tener curiosidad de conocer los placeres del mundo. “Me bauticé a los 12 años, y ya tenía definido lo que quería. Sin embargo, a los 13, 14 años, comenzaron los conflictos. Al ser diferente de mis compañeros de escuela, se burlaban de mí. Pensé muchas veces en abandonar la iglesia para conocer el mundo y después volver”, dice.
Durante la evangelización, ella también pensaba que no podría ser usada por Dios para salvar, por no tener una historia de vida tan impactante, a sus ojos. “A pesar de haber nacido en la iglesia me sentía inferior. Porque nunca bebí, ni estuve de novia, ni salí a bailar, pensaba que no podría ayudar a los jóvenes.”
¿Cómo vencer?
La verdad que ningún ser humano tiene condiciones de servir a Dios. El que tiene un testimonio fuerte o el que aparentemente no tiene es fallo, pecador, limitado y carente de Su misericordia. Y ambos, si no tuvieran la dirección del Señor Jesús, no podrían transmitirle espíritu a quien quiera que sea.
Juliana Furucho es esposa de pastor, pasó por el mismo dilema y escribió en el blog de Tania Rubim cómo venció ese pensamiento. “Por mucho tiempo esa idea me acompañó, y, si no es eliminada, nos impide avanzar y ser usadas por Dios. Primero comencé a dejar de dar oídos a esas voces y de entristecerme. Decidí seguir firme en mi propósito, pues, si Dios me llamó para Servirlo, entonces Él me capacitaría”, explica. “Incluso sin tener condiciones, decidí solo servir a Jesús con mi mejor, con mi todo, con mi vida, por completo.”
Fue esa actitud la que tomó Bruna que, después de recibir el Espíritu Santo, superó los conflictos y se dio cuenta de su valor. “Incluso sin tener las ‘mismas experiencias’, muchas jóvenes me buscaban para pedirme ayuda. La mayoría de las veces no había pasado por algo parecido, pero aun así Dios me usaba para ayudarlas.”
Para Vinicio, lo que para él era un obstáculo, fue lo que usó para ganar almas. “Un hombre, que llegó con varios problemas, inclusive vicios, me preguntó cómo logré permanecer en la fe todo este tiempo. Entonces me di cuenta de que tengo un testimonio fuerte. No con el mundo, pero si con Dios, pues pase muchas luchas, desiertos y dificultades, pero persevere, vencí y puedo ayudar a otras personas a vencer también.”
No se compare más
Los conflictos vienen a todos, pero de diferentes maneras. Una buena táctica para vencerlos es dejar de compararse con otras personas. Al final, cada ser humano es único y no puede igualarse al otro que parece ser mejor. “El diablo quiere hacer que miremos a los otros y, si encontramos algo diferente, hacernos sentir inferiores. Pero no tenemos que mirar a nadie, solo a Jesús, y confiar plenamente en Él. Si no sufrí en las garras del mal, debo dar gracias a Dios, porque pude aprender con el testimonio de los demás. ¿No es maravilloso?” – reflexiona Juliana.
Para la escritora y conductora Cristiane Cardoso, no es necesario conocer el mundo para adquirir experiencias. “Yo no necesité de esas cosas para saber lo que era bueno y lo que era malo, para ser madura, para ayudar a otras personas, para ser respetada. Creo que esa es una excusa que muchas personas dan para hacer lo que quieren, pues en realidad no le dan valor a la Salvación. Muchos fueron y hasta hoy no volvieron”, resalta.
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