Muchas veces las personas preguntan: “¿Cómo hago para recibir el Espíritu Santo? ¿Qué debo hacer? Yo escucho hablar tanto del Espíritu Santo y quiero tener el Espíritu Santo, ¡anhelo tener el Espíritu Santo! ¿Qué hago para recibirlo?”
El primer paso es que uno reconozca los errores, los pecados, que se los confiese a Jesús, que es el Único que tiene potestad para perdonarlos, y que se aleje para siempre de ellos. Cuando usted hace eso, el Señor Jesús pasa una esponja y limpia toda la suciedad de su vida.
Si la persona sigue con las mismas costumbres, con la vida torcida, no hay cómo recibir el Espíritu Santo porque Él no va a habitar en un lugar sucio. Hay que decirle: “Ya no quiero vivir una vida de fachada, de apariencia, ya no quiero ser más quien soy, ¡heme aquí!, haz conmigo lo que Tú quieras, me equivoqué, lo reconozco”. Usted debe humillarse, arrepentirse. “Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
Hay que tomar la decisión de no vivir más una vida sucia. El Señor Jesús es Quien da el don del arrepentimiento, es Quien perdona los pecados y es Quien bautiza con el Espíritu Santo. Cuando se arrepiente y se entrega a Él humildemente, sin echarle la culpa a nadie, usted se arregla con Él y Jesús borra todos sus pecados. Este es el primer paso.
¿Y después? “Y aconteció que cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también fue bautizado: y mientras Él oraba, el cielo se abrió, y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: ‘Tú eres Mi Hijo Amado, en Ti Me he complacido”. Lucas 3:21-22
No hay una lógica, pero lo normal es que usted se arrepienta, confiese, se aleje de sus pecados y después se bautice en las aguas, para que después el Espíritu Santo descienda sobre usted. Pedro dijo: “Arrepentíos y sed bautizados (…) y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Al meditar en estos versículos podemos observar cosas maravillosas.
1º punto:
“… y mientras Él oraba, el cielo se abrió…”
La oración abre el cielo, la oración es la dependencia de Dios. Imagínese, el Hijo de Dios Se bautizó y las aguas, ¿y qué hizo al salir?, Él oraba y, cuando oraba, ¡el cielo se abrió! Pero no es orar mecánicamente, sino con toda la fuerza, poniendo afuera lo que está adentro de su ser.
2º punto:
“… y el Espíritu Santo descendió sobre Él…”
La oración, la búsqueda, hace que el Espíritu Santo descienda sobre su vida. ¡La oración es la expresión del alma! Para recibir el Espíritu Santo, además de estar limpio, ¡usted debe orar buscándolo! En el momento de la búsqueda del Espíritu Santo usted no debe orar por nadie, ni pedir nada, solo buscarlo a Él.
3º punto:
“… y vino una voz del cielo, que decía: ‘Tú eres Mi Hijo Amado, en Ti Me he complacido”.
Cuando recibe el Espíritu Santo, uno pasa a pertenecer a Dios, a ser un hijo De Dios.
Siga estos pasos que son importantes para que usted reciba el Espíritu Santo. Busque al Espíritu Santo con todas sus fuerzas, y usted, que ya Lo tiene, cuídelo para que no Se apague, por eso es importante que usted participe todos los miércoles y domingos, que son los días dedicados en la Iglesia Universal a la búsqueda del Espíritu Santo.
Piense en eso.
Dios le bendiga.