“Él que confía en su propio corazón es un necio, pero el que anda con sabiduría será librado”. Proverbios 28:26
La razón de la caída de muchas personas no es otra sino la tontería de confiar en las opiniones que su corazón da sobre sí mismo.
Pensamos que solo los incrédulos actúan por el corazón, pero eso no es verdad. Todos los problemas que hemos visto en el medio evangélico se originan por aquellos que confían en sus emociones, en su fuerza, en su justicia, en sus propios consejos y sentimientos.
De ahí viene un amor desmedido a sus propias voluntades, el deseo de ser tratado mejor, de tener una posición más alta, de mimar a su carne…
Ahora, ¿creemos realmente en la Palabra que dice “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso”? ¿No hemos visto más cristianos necios que sabios? ¿Más personas perdidas que salvas dentro de las iglesias?
Dejemos que el propio testimonio de la vida hable por cada uno. Son tantas decisiones equivocadas y elecciones precipitadas que terminan con el sufrimiento causado por uno mismo. Eso prueba que las actitudes no fueron fruto del consejo de Dios, pues, cuando Lo oímos, somos guiados siempre a lo que es bueno y justo.
Entonces, en vez de andar siguiendo al corazón y a su necedad, ¡ose experimentar la plenitud de la vida que es andar según la Palabra!
Quien obedece a la Palabra “… anda con sabiduría será librado”, porque se guarda del orgullo, de la autoconfianza y de los devaneos que es la voluntad humana.
Quien anda en sabiduría es humilde y enteramente dependiente de la fuerza del Altísimo. Día tras día llena su corazón con “(…) todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable (…)” Filipenses 4:8.