Incluso antes de que viéramos el video en el que el Obispo Macedo conversaba con Gabriel Boccoli – que es un niño con autismo – y sus padres, yo estaba conversando sobre autismo con mi marido. Nosotros dos estamos en el espectro autista – llamado TEA – en el nivel bajo. Hablábamos sobre cómo el diagnóstico es un criterio humano para categorizar comportamientos y señales, para establecer estándares y facilitar el tratamiento, pero que, en realidad, el ser humano no sabe exactamente lo que es cada trastorno, problema o disfunción. Y comentábamos quién en la Biblia, si fuera hoy, sería diagnosticado con autismo.
Considerando solo el modo de ser, de pensar y de ser percibido por la sociedad, llegamos a la conclusión de que prácticamente todos los héroes de la fe podrían encajarse en el espectro autista. Yo creo que incluso quien era neurotípico (“normal”) se tornó neuroatípico (autista), porque después del encuentro con Dios, ¡el modo de pensar cambia por completo! Incluso el Señor Jesús sería considerado autista. Decía lo que pensaba, de modo desconcertantemente directo, tenía un pensamiento rígido con respecto a la Palabra de Dios, respondía de modo diferente a lo que sería socialmente adecuado, hablaba con personas, y no con cargos. Frecuentemente necesitaba alejarse a un lugar aislado para orar – y simplemente se iba. Sabía que Dios Lo había enviado a una determinada misión y no Se desvió de ella en ningún momento. Sus palabras en los Evangelios denuncian bien cómo es Él. Enseñó que nuestro sí debe ser sí, y nuestro no debe ser no – y lo que exceda de eso, viene del maligno.
El modo de pensar de Dios, en toda la Biblia, tiene esos trazos, que hoy son considerados de la persona con autismo. No acepta la mentira, es rígido con el cumplimiento de la palabra, no Se engancha en convenciones sociales humanas, es directo en lo que dice – y dice solo aquello que quiere decir. Para Él, cada palabra importa. Si Él dice que va a hacer algo, puede tener certeza de que él lo va a hacer. Su sí es sí y Su no es no. Y espera eso de todos. Si Dios es el Creador, Él es el estándar. Si Él es el estándar, Él es lo normal. Si Él es lo normal, los criterios de este mundo están todos equivocados y, en realidad, ¡el autista es el que está en lo correcto!
Aquí en este mundo lidiamos con muchas dificultades y terminamos teniendo que aprender a ser un poco más flexibles y entender el modo en el que piensan las demás personas para ser más funcionales (como “un antropólogo en Marte”, título de un relato de Oliver Sacks sobre el tema). Y somos vistos como divergentes. Pero somos normales en el Reino de Dios, porque el estándar es Él. En este mundo, el estándar es el ser humano ya contaminado con el pecado, por eso es tan diferente. Entonces, creo que todos eran originalmente “autistas”, pero el pecado entró, arruinó todo, y surgió ese modo de pensar y de actuar que hoy la ciencia llama “neurotípico” … ¿se dio cuenta qué plot twist?
La cuestión es que el autismo es un espectro, entonces existen diversos tipos de personas con diversas habilidades dentro de ese espectro. Pensando en eso, llegamos a algunas conclusiones que nos ayudaron a entender tanto el tipo de fe que Dios espera que todos tengan como la razón por la cual muchos que parecían estar en la fe hayan salido tan mal. Está el tipo que se va porque ya no estaba en la fe, no tenía mucha convicción, era “mitad barro mitad ladrillo”, estaba viviendo en el pecado, etc. Esa es otra situación. Pero está aquel que parecía de la fe, estaba lleno de fuerza y de convicción, parecía sincero. ¿Por qué rayos se fue entonces? ¿Y por qué algunos de estos salen hablando mal del sistema de la iglesia, como si alguien los hubiera obligado a permanecer dentro del sistema por tanto tiempo? ¿Nos engañamos tanto con esa persona durante tanto tiempo? Entonces entendemos estos dos conceptos:
El autista de la fe y el burócrata de la fe
Existen muchas personas que están en el espectro autista y no lo saben. Muchas parecen tan “normales” (neurotípicas) que nunca lo sospecharon y pasarán la vida sin saberlo. Como dije, las características de Dios, descritas en la Biblia, coinciden con muchas de las características atribuidas al autismo hoy en día, y como la idea del nuevo nacimiento es hacer que una persona se convierta en hija de Dios, semejante a Él, la idea de Dios es que todos – neurotípicos y neuroatípicos – se tornen autistas de la fe, volviendo al plan original.
Dos de las características más significativas del pensamiento de la persona con autismo son fuerzas muy poderosas tanto para el bien como para el mal: la búsqueda de una rutina (estructura) y la rigidez del pensamiento. Cuando el autista nace de Dios y aprende a apoyar estas dos características en la Palabra de Dios, se vuelve imbatible. Porque ahora su estructura está en la Palabra de Dios y es solo en ella que él es rígido. Y si ella es contraria a todo lo que él está viendo, a todo lo que parece “real” y “concreto”, él será visto como un loco por el mundo, pero agradará a Dios, porque se mantendrá con el pensamiento firme y fijo en lo que está escrito.
Las circunstancias externas pueden cambiar, él puede perderlo todo, pero no pierde su convicción. Porque entiende que Dios es la única Roca, es lo único realmente sólido y verdadero en este mundo. Solo en Él podemos confiar, Él es Quien debe ser nuestra estructura y en Él depositamos nuestra necesidad de rutina, para que Él nos guíe. Y, así, incluso cuando la rutina que nos resultaba cómoda desaparece bajo nuestros pies, sabemos que estamos seguros.
Por otra parte, cuando el autista no nace de Dios, tiende a apoyarse únicamente en las palabras de los hombres y en las estructuras humanas y, por eso, sufre (y hace sufrir), porque estas cosas son fallas (incluso “la ciencia”, que se cree infalible). Pero lo más peligroso es cuando el autista llega a la iglesia y, en lugar de buscar nacer de Dios y confiar en Su Palabra, traslada a la iglesia lo que estaba haciendo en el mundo y empieza a confiar en el sistema religioso y en la palabra de los hombres. Se convierte en un burócrata de la fe, que también busca una estructura, pero encuentra en la estructura más visible, que es la de los procesos dentro del sistema de la iglesia, un lugar seguro donde apoyarse.
Se apega con toda la fuerza a la palabra del hombre, la estructura se convierte en su dios. Es rígido en lo que se espera de él, muchas veces para permanecer en el cargo, que es su lugar seguro. Tiene esa apariencia de ser de Dios, pero en realidad eso también es una rutina que él creó y luchará por mantener porque así es como se siente seguro. Quien lo ve desde afuera piensa que es una persona de la fe, porque habla con convicción – y realmente está convencido de que tiene que decir esas cosas. Es fiel a la iglesia, pensando que eso es ser fiel a Dios. Fue engañado por el diablo y, al principio, creo que no se da cuenta de que está engañando y siendo engañado.
El autista burócrata adora los rituales. Se entiende a sí mismo como parte de una estructura humana. Y como se siente bien, piensa que eso (la sensación de estar seguro) es conexión con Dios. ÉL NO ESTÁ MINTIENDO. O, mejor dicho, piensa que no lo está. Por eso vemos sinceridad en sus palabras. Está siendo sincero con lo que esperan de él. Por otro lado, la idea de que las personas autistas no logran mentir puede ser verdadera para muchas personas en el espectro, pero desafortunadamente no para todas. Un estudio de 2016 comprobó que, si fueran entrenadas para decir mentiras socialmente aceptables (como que les gustó un regalo que recibieron de su tía), los niños autistas pueden aprender y generalizarlo a otras situaciones de la vida.
Entonces, existen personas con autismo que llegan a la vida adulta ya condicionadas por la familia a decir pequeñas mentiras para ser aceptadas e integradas a donde quieren estar. Principalmente los más funcionales son excelentes observadores, buscan los estándares para saber qué se espera de ellos y aprenden a corresponder a las expectativas. No creo que tengan la maldad de un “neurotípico” haciendo eso (por eso Dios da más chance). Son personas muy sinceras en su falta de sinceridad. Sinceras con lo que se espera de ellas, pero no con la Palabra de Dios.
Y, si el burócrata sabe “jugar el juego” de la estructura, naturalmente va creciendo allí, pensando que todo está bien, porque, al fin y al cabo, cree que está “siguiendo las reglas” y piensa que su crecimiento es un aval de Dios. Sin embargo, Dios, a veces, “tira de la alfombra” de la persona para que ella vea de dónde se está sosteniendo. La intención de Él no es hacer que la persona se caiga, sino llevarla a aferrarse a Aquel que puede sostenerla realmente cuando la estructura humana no puede hacerlo.
Dios va “sacándole el sostén” para que la persona se aferre en Él. Esto para un autista es desesperante. Por eso, es un momento de decisión consciente. Y creo que Él hace que la persona recuerde todo lo que oyó de Su Palabra, para decidir si va a creer, a confiar y agarrarse en Él, o si va a seguir al sentimiento. Es el momento en el que Dios le da a ese burócrata la oportunidad de Salvación. La oportunidad de escoger convertirse en un autista de la fe y salvar su alma. Pienso que Dios también hace esto con todos aquellos que quieren ser de Él y que empiezan a desviarse y a apoyarse en otras cosas. Él comienza a sacarles el sostén (o permite que eso suceda) para que la persona se agarre a Él.
Lamentablemente, hay quien elige mal. No reconoce a Dios en su camino y deja la iglesia hablando mal de la estructura, de la disciplina. No porque no le gustaba la estructura, sino porque siente que fue traicionado por ella. Dedicó todo a la estructura de la iglesia y esta no le dio la estabilidad eterna que buscaba. Porque no entendió que la estabilidad eterna solo UNO la puede dar. Solamente Dios. Él mismo dice que no hay otra Roca. Construir nuestra estructura sobre la Roca es hacernos firmes e inquebrantables.
Por eso, no es tan difícil que una persona se examine a sí misma para ver si realmente está en la fe. ¿Y si llega una injusticia? ¿Una orden de alguien que, en el momento, parece no tener sentido? ¿Si la sacan de donde está y la colocan donde no quería? ¿Y si pierde lo que tiene? ¿Si pierde el título? ¿Si pierde el cargo? Y si pasa algo que rompe la estructura, ¿aguantará? ¿Resistirá? No todos se examinan a sí mismos en este sentido, pero deberían hacerlo.
El autista necesita saber que no está a salvo solo por ser autista. Necesita también nacer de Dios para convertirse en ese autista de la fe, transformado de adentro hacia afuera, que tiene en la Palabra de Dios toda su necesidad de estructura llena, y logra aferrarse a ella con todas sus fuerzas, con toda su convicción. Lo bueno es que tenemos esta sinceridad natural dentro de nosotros, y al transferir nuestro apoyo a Dios, finalmente podemos llegar a conocerlo de verdad. Porque – repito – todos, ya sean nacidos neurotípicos para el mundo o nacidos neuroatípicos para el mundo, necesitan pasar por el proceso de convertirse en autistas de la fe. Es necesario que entienda que nunca más el mundo lo verá como “normal” – y estar en paz con eso. Somos diferentes, sí, porque nuestro modelo es de lo Alto. En el Reino de Dios, neurotípico es ser autista. En el Reino de Dios, no existe otra manera de vivir.
El autista de la fe puede incluso ponerse “en riesgo” dentro de la estructura de la iglesia, si fuera el caso, para agradar a Dios (lo que a veces significa incluso sufrir injusticias y permanecer en pie creyendo que Dios lo justificará – como Él prometió). Y el autista de la fe es extremadamente útil para la estructura de la iglesia, pues permite que ella crezca, permanezca maleable y nunca se convierta en un dios para quienes se mueven en ella, sino que siempre esté en su papel de apoyo para mantener unido y con buena movilidad al Cuerpo de Cristo, a fin de realizar la obra de Aquel que nos llamó.
Cuanto más “autista de la fe” se vuelve la persona, más útil en el crecimiento de la obra de Dios y del Reino de Dios se volverá, de ese tipo loco de siervo de Dios, dispuesto al todo o nada, de quien el diablo se muere de miedo por no saber qué esperar.
Colocar nuestra estructura en la Palabra de Él. Este es el sueño de Dios, que confiemos en Él con toda nuestra fuerza, con toda nuestra alma y con todo nuestro entendimiento, que Su Palabra se convierta en nuestra estructura, todos los días, para conducir nuestro camino. Así, uno se convertirá automáticamente en un autista de la fe, ya sea que haya nacido autista o no.
“Solamente sé fuerte y muy valiente; cuídate de cumplir toda la ley (o sea, la Palabra) que Moisés Mi siervo te mandó; no te desvíes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que vayas.” Josué 1:7