Generalmente, el ser humano sufre porque no prioriza lo que realmente es esencial, y se preocupa por resolver un sinnúmero de cuestiones que no son tan importantes. De este modo, termina postergando los problemas que merecían más atención. Este es el motivo por el cual muchos matrimonios se destruyen, muchas personas se endeudan, no logran sus objetivos, entre otras cosas.
En lo que respecta a la vida espiritual, esto también sucede, porque muchos posponen su comunión con Dios, y esto es lo peor que le puede suceder a alguien. Aunque muchos reconocen su estado de enfriamiento espiritual y saben que necesitan del Señor, por alguna u otra razón, tardan en acercarse al Altísimo. Pero el tiempo se está terminado y con él las oportunidades.
¡Es ahora!
Si en su vida hay una dificultad grave, no espere a que los días pasen para resolverla. Piense, evalúe y tome hoy las actitudes de fe para vencer los obstáculos que enfrenta. Si es un problema que por alguna determinada razón debe esperar, use su fe y confíe en la respuesta de Dios.
En cambio, si su adversidad es espiritual, ahora es el mejor momento para solucionarla. Diríjase hacia un lugar donde esté solo y haga una oración, hable con Dios, reconozca sus errores, pídale que le de fuerzas para seguir en la fe y comprométase a abandonar las cosas que usted sabe que a Él no Le agradan. Cuando termine, tendrá la seguridad de que Él lo escuchó.
No espere más, ¡hágalo!