“Escucha, pueblo Mío, Mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de Mi boca. Abriré Mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos…” Salmos 78:1-2
El salmo 78 habla de enigmas de la antigüedad, y después el salmista continúa hablando de las maravillas que Dios hizo en el pasado, y que debían ser contadas a los más jóvenes para que no se olvidaran de las Obras de Dios, guardaran Sus mandamientos y colocaran su esperanza en Él.
La Iglesia Universal tiene más de 45 años de existencia, y quien llega hoy a la iglesia la encuentra fuerte, robusta, consolidada, madura y con varios frentes de acción.
Si la Iglesia está así hoy, es porque allá en el comienzo, 45 años atrás, hombres y mujeres de Dios, comenzando por el obispo Macedo y la señora Ester, dieron su vida en favor de esta obra.
Pasamos por grandes persecuciones, luchas, desafíos, pruebas y privaciones, dormimos en el suelo, bajamos de peso, compartimos un único almuerzo, lloramos, gemimos, fuimos burlados, maldecidos, jurados a muerte, desacreditados, despreciados incluso. por familiares, agredidos en la calle, tratados como la escoria del mundo…
Reaccionamos con las armas espirituales, oramos, clamamos, subimos montes, ayunamos, hicimos varias vigilias, pasamos noches en el Altar, hicimos y mantenemos una fuerte alianza con Dios hasta el día de hoy.
Fuimos esparcidos por naciones desconocidas, nuevos idiomas y culturas.
Ante tal sacrificio, crecimos.
Y porque crecimos, fuimos aún más perseguidos por los grandes, persecuciones de los medios, de la iglesia católica y hasta de los políticos…
Resistimos a todo eso, las luchas y las persecuciones nos ayudaron a crear músculos espirituales…
Gracias a Dios, colocamos nuestra confianza entera y solamente en Dios.
No hicimos acuerdos con nadie.
Nadie puede decir que fue responsable de todo ese crecimiento.
Crecimos con la colaboración de los verdaderos miembros del cuerpo de Cristo, los nacidos de Dios.
Toda la honra y la gloria al Espíritu Santo.
Estamos cerrados con el ALTAR.